Santiago González nació en Locos, actual provincia de Teruel y antigua Comunidad de Daroca, el lunes 25 de febrero de 1814. Huérfano desde muy niño, al fallecer su madre, Cristina, fue criado por sus abuelos maternos en Blesa en donde el abuelo, Felix Pascual, ejercía la medicina. Muy pronto moriría también la abuela, según parece víctima de un ataque de un grupo de soldados que irrumpieron en la localidad en 1823.

Santiago trabajó siendo prácticamente un niño en una tienda de comestibles de Zaragoza hasta que ingresó, contra su voluntad. en un seminario de la orden de Agustinos Descalzos en Alagón, en donde estudió filosofía y otras ciencias, llegando a profesar en la orden el 14 de septiembre de 1831, aunque no llegó a ordenarse sacerdote.

Más tarde se trasladó a Barcelona en donde se formó como dibujante y aprendió la técnica del grabado y algún tiempo después volvió a Blesa, en donde se dedicó a la pintura y la escultura, desde cuyo taller realizó numerosos altares, pinturas y dorados, principalmente de temas religiosos, en diversos pueblos del entorno de Blesa y de la ribera del Jiloca. Se pueden admirar trabajos de este artista realizados entre los años 1863 y 1881, en la iglesia de Villarquemado, en la ermita de San Mamés de Murero, el Retablo Mayor de Valdehorna, el Altar de San Pedro de la iglesia de Calamocha, dedicado a San Miguel Arcángel, el Monumento de la Semana Santa de San Martín del Río y diversas capillas y altares en Villanueva de Jiloca, al menos dos de ellos, el de la Inmaculada y el del Corazón de María.

Entre 1876 y 1879 realizó, junto a su discípulo y ahijado Salvador Gisbert, el retablo de San Pedro en la iglesia de Calamocha y el Monumento para la Semana Santa para el convento de San Miguel Arcángel de esta localidad, fechado en 1877.


Ambos colaboraron también en la restauración y pintado del órgano del citado convento de Calamocha. La pintura de esta caja constituye un ejemplo único de calidad para la organería aragonesa de la segunda mitad del XIX, tanto por sus autores, como por su trabajo.
Y una obra muy singular de este artista realizada al gusto neoclásico, en torno a 1850, es un tabernáculo que construyó en su taller de Blesa, para La Almunia de doña Godina, pieza muy curiosa y de grandes proporciones en forma de templete circular con cuatro columnas y cuerpo interior giratorio, realizada en madera policromada imitando jaspes y detalles estofados en oro.
Santiago González trabajó también en “obras menores” para las iglesias de las zonas mencionadas, como púlpitos, pilas bautismales, confesionarios o mesas de altar.

Sabemos también que este artista era un gran amante de la historia y a la literatura religiosa, a juzgar por la cantidad de libros que tenía en su biblioteca sobre estos temas, y un gran aficionado a la filosofía, gracias a unos grabados en un armario de su casa en el que dejó escritas frases como estas: «El tiempo es la hacienda del trabajador y la afrenta del holgazán” “El que más cultiva su entendimiento, se acerca más a la felicidad» O algunos curiosos consejos como estos: “Receta para llegar a viejo: Vida honesta y moderada, usar de pocos remedios y por todos los medios de no apurarse por nada, ejercicio y distracción, no tener nunca aprensión, poco encierro y mucho trato, salir al campo algún rato y continua ocupación» .
Santiago González Pascual falleció en Blesa, rodeado de su familia, el sábado 24 de mayo de 1890 a la edad de 76 años .

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