POR COCHITA PUÉRTOLAS
Hoy la calle está sola. El silencio ensordece. Se respira un aire extraño. Se siente en la gente. Lo dicen sus miradas: «Estamos perdidos. Estamos sorprendidos».
¡Qué periodo tan extraño, tan ingrato y tan desolador! Como decía un gran sabio el otro día, el planeta estaba enfermo. El mundo necesitaba despertar, estábamos fósiles, éramos frágiles y nadie se daba cuenta de que su alrededor era vacío.
No había nada que no fuese dinero, rutina y una serie de prioridades que ahora vemos innecesarias, pero que condicionaban nuestros días.
Ahora todo nos falta: nos falta una risa, nos falta un amigo, nos falta un amor… Nos falta un todo.
Cada mañana, el sol parece que asoma con miedo, miedo a despertarnos, a despertar un nuevo día sin ilusión y con miedo.
Somos humanos, somos vulnerables y ahora nos hemos dado cuenta de que somos débiles, y que necesitamos de nuestros semejantes, que necesitamos muchas cosas y que, aunque todos queramos llevar el mismo rumbo, hay barcos muy, muy diferentes.
Espero que, tras estos días tan duros, hayamos reflexionado sobre nosotros mismos, sobre nuestras vidas y nuestros objetivos que, seguro, serán bien diferentes.
Espero que ahora una mirada, un gesto o un abrazo sean más importantes que antes.
Espero que también nos hayamos dado cuenta de que ha llegado la primavera. Esa primavera que también tenía miedo, no sabía si quedarse o venir al año que viene.
Espero que todo haya servido para conocer qué se es, qué se tiene, qué te rodea y a quién realmente quieres. Que seamos uno mismo y lo que nos depare la vida sea valorado y positivo para todos; porque todos somos uno y todos debemos ir juntos.