POR PASCUAL SÁNCHEZ

Sin ninguna duda, la muralla de Daroca, cuya construcción se llevó a cabo durante los s.s. IX al XVIII, es el monumento más importante y su principal atractivo, junto a los Corporales. No en vano, todo el recinto fue declarado Monumento Histórico Nacional el 6 de junio de 1931, publicado en el B.O.E. tres días más tarde.
Su parte más antigua se remonta a la época musulmana, cuyo perímetro era mucho más pequeño y se desarrollaba en las laderas del monte de San Cristóbal, culminando en la Alcazaba o Castillo Mayor de los s.s. X y XI


A partir de la Reconquista y, sobre todo, desde el Fuero de 1.142, aumentó considerablemente su tamaño hasta llegar a una extensión cercana a los 4 kilómetros, con tres castillos, varias puertas y 144 torreones, aunque no todo ello, lamentablemente, está en las mejores condiciones de conservación. Afortunadamente, algunas de sus torres se han ido restaurando en el siglo pasado, pero en un número muy lejano del que tuvo en su día. A modo de paseo, comenzamos en la Puerta Alta o Somera, construida entre los s.s. XV y XVIII y muy modificada en el s.XIX. Junto a ella, se encuentra el torreón de los “Güevos” del s. XV, también llamado “Muro de los Frailes” por estar junto al antiguo colegio de escolapios. La muralla continúa en dirección N con un lienzo en el que en otros tiempos habría cuatro torres, hasta llegar a un pequeño recinto fortificado con un torreón de poca altura, conocido como «de la Sisa», que data del s. XI con reconstrucciones posteriores hasta el s.XIX, e, inmediatamente, un tramo sin muralla en el que, en su día, estaría la puerta del mismo nombre, en la que se cobraba la “sisa” o impuesto a los comerciantes que venían a Daroca a vender sus productos.
Continúa la muralla ascendiendo montaña arriba, camuflada por edificaciones, tramo en el que hubo al menos tres torreones más, hasta el Castillo Mayor que, en su día, fue una magnífica alcazaba musulmana y, actualmente, es un recinto en muy mal estado de conservación, construido en el s. XI sobre un espectacular conglomerado de roca desde el que se divisa todo el caserío de Daroca. Durante siglos, cumplió su función militar, hasta el s. XIX, durante la guerra Carlista de 1833, en que sufrió importantes reconstrucciones que cambiaron considerablemente su fisonomía. En esta fortaleza hubo diez torreones, de los que solamente queda la torre del Homenaje. A partir de aquí, la muralla continúa en dirección N-E con un largo tramo con media docena de torres, aunque solamente queda en pie la última de ellas, la del “Jaque”, del s.XIV, llamada también «del Cuervo» o «Muro de la Pólvora», por ser desde aquí de donde se lanzaban los cohetes granífugos para prevenir las “pedregadas”.
Seguimos subiendo dirección N-O, con una inclinación mucho mayor, en un largo tramo en el que hay una docena de torreones, apenas perceptibles la mayoría, hasta llegar al de “San Cristóbal”, del s. XIII, con un pequeño recinto fortificado a su alrededor, siendo este el punto más alto de todo el perímetro amurallado de Daroca, con 926 metros de altitud. Desde aquí, se desciende en dirección S-O en otro largo tramo en el que habría 14 torreones hasta llegar a la torre del “Águila”, construida en el s. XIV durante la guerra con Castilla y que sigue, milagrosamente, en pie en su mitad vertical. El nombre de esta torre se debe a don Miguel de Bernabé, que la defendió de los castellanos durante la Guerra de los dos Pedros. Don Miguel llevaba sobre su yelmo un águila plateada. (continuará).

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