¿Sabías que el Centro de Estudios del Jiloca convoca todos los años un certamen de artes plásticas cuyo título es ‘José Lapayese’? ¿Quién era este personaje?

José Lapayese forma parte de una dinastía de artistas que se inicia en el siglo XV con el caballero francés Jospeh Lapayese, el cual, como afirma Pedro Pascual, «dominaba el arte de torcer y tejer la seda y tuvo moreras propias en Valencia». Conocemos poco sobre su breve estancia en Calamocha, pues a los 9 años marcha a Zaragoza. Muchos años más tarde evocaría aquellos días de infancia cuando compuso la espléndida laca que tituló ‘Mi puente’, en el que la abstracción del tema no nos impide reconocer el perfil inconfundible del puente calamochino, o el cuadro de ‘Los bailadores’, en el que traslada al lienzo el popular Baile de San Roque (Calamocha).

En 1919 asiste de forma libre a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid, siendo galardonado con el premio extraordinario. En Madrid también obtiene el carnet de copista del Museo del Prado, y monta un pequeño taller de restauración en la plaza de Santa Ana. En 1927, con un hijo de un año y junto con su esposa, marcha a París, donde viviría entre 1927 y 1929, y donde se impregna de las nuevas corrientes artísticas. En 1929, de regreso a Madrid, es el momento en que su obra (que abarca las más diversas técnicas), es premiada con varias medallas de oro y las exposiciones se comienzan a suceder en España y el extranjero. Ese mismo año de 1929 hizo una exposición en la Sociedad Española de Amigos del Arte de Madrid.

Sin embargo, la Guerra Civil va a suponer un grave quebranto para su carrera artística. Permanece en Madrid y conoce las penurias y las dificultades, agravadas en su caso por la necesidad de alimentar a toda su familia. Pasada la guerra, vuelve a ejercer la restauración y la decoración, trabajando para la Biblioteca Nacional o en las casas y palacios de las mejores familias, como la del duque de Alba, hasta el punto de que llegó un momento en que fue conocido como el Restaurador de la nobleza. Ejerció aquellos años también la docencia en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid.

Es evidente que el pluriempleo al que se vió abocado tuvo un reflejo negativo en la pura creación artística, que nunca dejó de lado. Trabajador incansable, ensayaba las más diversas técnicas del pasado, cordobanes, guadameciles, pintura mural, sobre tabla, estucos, lacas, esculturas, escultopinturas, esmaltes, cerámicas esmaltadas, además del diseño de ambientes y de las consabidas restauraciones. Tan variopinta actividad fue asimismo causa de su prematuro encasillamiento en el movedizo territorio de la restauración y de la decoración, entendiendo estos términos en el tono ligeramente peyorativo del momento. A pesar de que se aceptaba sin fisuras la calidad de su obra, sus exposiciones nunca fueron multitudinarias, y eso que su producción acabó muchas veces en manos de directores de museos o de avispados coleccionistas extranjeros, pero difícilmente llegaba al gran público, más atento entonces a los nombres que aireaba la crítica interesada. El estigma de artesano en contraposición al de artista, aplicado como se ha visto con tal ligereza y frivolidad, fue una pesada losa que cargó sobre sus hombros y que sólo el tiempo, conseguirá liberar definitivamente.

En agosto de 1982, sólo unos pocos meses antes de su muerte, se dio su nombre a la Casa de Cultura de la localidad de Calamocha. En el año 1999 el Centro de Estudios del Jiloca creó el Certamen de Artes Plásticas José Lapayese Bruna, que, en 2023, va por su XXIV edición. Y tú, ¿conocías a José Lapayese? He aquí una foto de un ganador (Pedro Quesada, 2022) de los tres años anteriores. ¡Y no te pierdas la exposición de este año! Del 7 al 30 de julio en Monreal del Campo.

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