POR PASCUAL SÁNCHEZ

Desde el origen de las más elementales sociedades se hizo necesario denominar a cada uno de sus individuos con una palabra o nombre que los diferenciase de los demás. A medida que las poblaciones crecieron los nombres comenzaron a repetirse, por lo que fue necesario recurrir a un segundo nombre, es decir, el apellido. Primero uno, mas tarde dos.
En la anterior edición de este Comarcal nos referíamos a los nombres de pila y apellidos de Daroca, pero al margen de ellos existe también otra manera, muy extendida de reconocer y denominar al individuo, denominación aplicable a una persona en algunos casos y en otros a toda una familia, y además suele ser hereditario. Se trata de los apodos o “motes”.


Esta costumbre es mucho más frecuente en poblaciones pequeñas, donde suele conocerse a la persona más por el “mote” que por su nombre de pila o apellido. Los apodos, no siempre son del agrado de sus “portadores”, ya que a veces suele tener su origen en un insulto hacia uno de sus antepasados que ha quedado arraigado en sus descendientes. Como otras muchas ciudades pequeñas o pueblos, Daroca cuenta con una extensa variedad de apodos que sobrepasa los tres centenares.
Antes de continuar, quiero pedir anticipadas disculpas a aquellas personas que puedan sentirse ofendidas al ver su apodo reflejado en este texto, ya que mi intención no es la de ofender, sino todo lo contrario. También pido disculpas a aquellos que no vean aquí su apodo reflejado y les gustaría que estuviese. Yo creo que los “motes” forman parte de la cultura y la historia de un pueblo, y como tal deben ser considerados.


El origen de los apodos es muy variado, siendo muy frecuente y abundante el de antiguas profesiones, generalmente de los antepasados, tales como jarreros, luceros, bosqueros, laneros, fideeros, campaneros, esquiladores, albarqueros, joteros, hortelanos, vajilleros, boteros, jaboneros, limpiarrincones, manteros, pieleros, puchericos, paveros, picapeñas, marinos, silleros, talegueros, cabriteros….
Muchos son de origen gentilicio como ateanos, calamochinos, castejoneros, almohajinos, gallocantinos, manchoneros o canarios. Algunos apodos provienen del nombre de pila o apellido de un antepasado como senenes, antones, babilas, catalinos, dominguillos, remigios, floritos, guillenes, garretas, pasaperos, quintinas, ritos, tadeos, bernabelos, curritos, roches, tadeos.
También los hay que hacen referencia a distintas partes del cuerpo como garricas, caraanchas, orejas, culicos, pelillos, morros y morretes. Otros tienen su origen seguramente en la infancia, a partir de un inocente insulto que generalmente también quiere resaltar una determinada parte del cuerpo como caragato, culopepino, caramono. Personajes legendarios como tarzán, manolete, pinocho, barrabás, berrugon. De animales como pulgos, caracoles, conejos, gallinicas, garrapatas, macacos, barbos, coyotes, cabros. Los hay también de instrumentos y herramientas como rullos y picos. De la tierra y del terreno: cosechas, hojarascas, terrones, cuevas, benaceiquias, brozas, cañamones. De la mesa y la cocina: manteles, cucharas, canelas, coscurros, magricas, morcillicas, pescadillas o tomates.
Algunos tienen connotaciones guerreras como carlistas, batallas, cornetas, pistolos, escopeticas, o de rangos militares o nobiliarios como general o marques. Y también religiosos como cristos, sacristanes, cartujos, santicas y santa rita. Los hay que representan una acción: manchajudias, rompegorras, vuelcatrenes, rascaojetes, pelavivos, asustaus, pingapraus. Y de muy distinto origen y forma, algunos sin significado aparente como pichichis, catelos, cotolos, cocotos, pachos, fefos, cherriches, cacos, churrupitos, mangurrinos, porros, sanitos, cachanos, careros, cotitos, cherriches, chapetos, chirates, gandingas, macanches, manrocas, marañeses, pajallás, rojinetas, zarragones, magones.
Los hay más recientes como butragueño, coco, ferrari, garitero o tapachorros. Como vemos, la riqueza de motes o apodos en Daroca, es variopinta y extensa, y aunque aquí solamente aparecen algo más de alrededor de 150, ya he dicho al principio que sobrepasan los tres centenares.

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