La cofradía del Santísimo Ecce Homo invita a su familia de cofrades y vecinos de Calamocha a los actos organizados para los días 10 y 11 de agosto con motivo de su 75 aniversario

Allá por 1776 siendo arzobispo de Zaragoza don Juan Sáenz de Buruaga, vi la luz como cofradía del Stmo. Ecce Homo de Calamocha, precisamente en el mismo año en que los Estados Unidos de América alcanzaban su independencia de la Gran Bretaña.

Pasado un tiempo desaparecí del mundo parroquial y, a juzgar por la poca información que la historia nos deja, mi existencia debió ser discreta y en un papel de telonera para la pujante cofradía de la Sangre de Cristo, a cuyas expensas se levantó el espléndido retablo del Calvario que seguimos disfrutando en la parroquial calamochina.

Muchas décadas después, en 1948, regresé por obra y gracia del movimiento local de Acción Católica y de unos pocos estudiantes, que importaron de la semana santa zaragozana la novedosa vestimenta de túnicas blancas y capirotes, precisamente a estas tierras, feudo habitual de colores negros, morados y de los típicos terceroles; la innovadora movida traía además un movimiento de apertura en sus filas que chocaba con el tradicional -númerus clausus- reinante en las siete cofradías penitenciales por entonces existentes.

Seis hermanos mayores han pasado en estos florecientes 75 años que ahora conmemoramos, y a todos ellos les ha tocado bregar, para tener una cofradía que es a su vez referente y referencia, respetuosa con los usos y costumbres locales, activa e innovadora, preparada para los cambios que los tiempos deparan, exquisita con el mantenimiento de su patrimonio artístico, dispuesta a mantener con generosidad el peso que comporta el liderazgo, y en todo momento ejerciendo en el papel de cofradía proa como verdadera hermana mayor pero desde un plano de igualdad y de respeto.

Son precisamente estos fructíferos años de la segunda etapa los que estamos celebrando porque parece adecuado y oportuno disfrutar de unos logros que han conjugado muchas voluntades y grandes esfuerzos que han dejado su huella en la localidad y en la comarca. Actos sencillos cargados de emotividad y mensaje son los que están sirviendo para aflorar el gran legado de espíritu fraterno que inunda todas las secciones de la cofradía, uniendo todavía más a familias y generaciones que han ido conformando sus comunes sentimientos en torno a la imagen del Varón de Dolores.

La cofradía está de celebración, y precisamente su acto central será una ultreya en la tarde del próximo 11 de agosto, abierta a todo el público que lo desee, y en el que las campanas no estarán mudas como cualquier viernes santo al uso, ese día la convocatoria a cofrades, devotos y simpatizantes se hará como nunca mediante bandeo solemne.

Para salir de la rutina y liberar tensiones también se ha pensado en un acto lúdico para el jueves diez de agosto con el sugerente título “Concierto para una noche de verano”, actividad que tiene todas las trazas de ser uno de los acontecimientos estrella del periodo estival, y en el que la profesora Dámaris Moreno interpretará un selecto repertorio en el histórico órgano de tubos parroquial, a base de bandas sonoras de película, melodías, marchas y éxitos contemporáneos y hasta contará en algunos pasajes con la intervención de miembros de la sección de cornetas y tambores.

Las 22,30 es la hora de inicio de este intempestivo concierto de cincuenta minutos de duración, que servirá de experimento siguiendo los pasos de alguna de las grandes ciudades que con gran aceptación abren a esa hora piscinas y museos, dejando tiempo para rematar la noche con un paseo, o en animada conversación en alguno de los numerosos veladores.

Gracias y feliz aniversario a todos, pero especialmente a la familia cofrade de antes y de ahora, sin cuya vinculación y entrega no hubiera sido posible llegar hasta aquí.

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