El viaje

Oct 11, 2024

Cuanto más lejano de nuestro lugar de origen, equis, y si el destino
es exótico, doble equis. Parece que estamos rellenando una
cartilla de Gallina Blanca de las de antes, en la que se pegaban los
sellos con la enorme ilusión de ganar el premio final. Aún conservo
una joya, un álbum de cromos llamado Vida y color, herencia
sentimental de mis hermanos que atesoraban las estampas con
mimo infantil. Aquellos fueron años de álbumes coleccionables,
estos lo son de acopio de viajes.
Tan pronto como vislumbramos un resquicio de ocio, las ganas
de salir de viaje nos arrebatan. Es más, solo en el hecho de verbalizar
que nos vamos a… encontramos un placer inefable. Qué
mordaz es el deseo. Y tanto nos gusta vagar por el mundo, dejar
nuestra huella impresa allí donde pisamos, que los gobiernos de
numerosos países se ven obligados a poner tasas, véanse como
impuestos culturales que minimicen el impacto del turismo de
masas, en otras palabras, la degradación medioambiental que
causamos. Sucede en Venecia o Ámsterdam o París. Y también en
Mallorca o Barcelona o Madrid.
Y no satisfechos con ir completando la cartilla de forma compulsiva
vacación tras vacación, corremos a sacralizar el momento
feliz con la foto correspondiente, aquí y ahora, para trasladárselo
de inmediato a amigos y a conocidos y, lo más extraordinario, a
¿desconocidos? ¿Para qué? Viajero: detente un instante, aparca
para más tarde la foto, silencia el móvil y saborea con todos tus
sentidos lo que oyes y lo que ves, pues eso mismo no lo volverás a
oír ni a ver de igual manera. Quizás, reflexiona, deberías admitir
que en una foto no caben sensaciones ni emociones, solo formas y
colores que el recuerdo arrinconará finalmente en galería. Claro,
cierto es, si no muestras cuánto disfrutas, dónde y con quién, si
no lo compartes con ¿el resto del mundo?, tu felicidad no tendrá
entidad, no existirá, pues esa instantánea se convertirá en algo
íntimo, solo tuyo, mientras estás suspirando por recibir likes de
los demás: la engañosa reafirmación de que gustas.
“Pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias”,
escribió el sabio poeta alejandrino no hace tanto, cuando
lo real y lo valioso era vivir el viaje.

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