La ubicación de Daroca fue fundamental, militarmente, desde época musulmana cuando llegó a ser una medina importante de la Marca Superior de Al Ándalus.
Esta importancia se mantuvo tras la Reconquista, siendo ya una villa cristiana en la frontera con los territorios todavía musulmanes que desde el s.XIII contó con unas Milicias Concejiles que participaron activamente en las conquistas de nuevos territorios por tierras de Teruel, Albarracín y Valencia.
Desaparecida la inquietud de la frontera con los musulmanes, a partir del s.XIII, surgió la de los límites con Castilla, convirtiéndose Daroca en un punto fundamental para la defensa del Reino de Aragón frente a los castellanos, época en la que se fortalecieron sus castillos y murallas con la colaboración económica de la Comunidad de Aldeas, el Concejo y el Cabildo de la Villa. Desde principios del s.XIV la Comunidad de Aldeas aportaba 2000 sueldos anuales y el Concejo 500.
En la primera guerra con el vecino reino castellano, a finales del s.XIII, quedó de manifiesto la “barrera” que suponía Daroca en el avance de los castellanos hacia territorio aragonés, pero mucho más importante fue a mitad del siguiente siglo la llamada “Guerra de los dos Pedros entre ambos reinos en la que Castilla llegó a ocupar importantes localidades aragonesas como Tarazona, Borja, Calatayud y Cariñena. Sin embargo no consiguieron apoderarse de Daroca a pesar de los muchos esfuerzos de los castellanos en tomar la Villa, de importancia vital para su avance hacia Zaragoza, ganándose Daroca el honor de ser la “Porta Férrea de Aragón” y el nombramiento de Ciudad, otorgado por Pedro IV de Aragón en 1366.
En tiempos de paz, durante los s.s.XV-XVII no dejó de prestarse atención a las murallas siendo constantemente reparadas, llegando a la Guerra de Sucesión en el s.XVIII, en la que Daroca se puso del lado Borbón frente a los Austrias, cambiando posteriormente de bando como otras muchas ciudades aragonesas.
Daroca fue atacada y saqueada en 1706 por las “Tropas Borbonas” del mariscal Pons, quedando desde entonces bajo el poder de esta nueva dinastía. Al finalizar la guerra, con victoria del Borbón Felipe de Anjou, Aragón fue duramente castigada retirándole sus históricos Fueros y Daroca no quedó al margen de este castigo. Se le quitó el también histórico cargo de Justicia de Daroca sustituyéndolo por un corregidor nombrado por el Rey y se suprimió el Concejo en el que los ciudadanos participaban y decidían sobre los asuntos importantes de la Ciudad, perdiendo su autonomía municipal lo que sumió a Daroca en un largo periodo de desánimo y falta de interés por parte de los ciudadanos que no se recuperó hasta principios del s.XIX con la invasión francesa.
Los darocenses como la mayoría de los españoles hicieron frente a la “Grande Armée” de Napoleón y pelearon desproporcionadamente con “uñas y dientes” contra el más poderoso ejército del mundo del momento. A pesar de todo Daroca fue ocupada por los “gabachos” durante 4 años y finalmente recuperada por el Ejército Español con gran apoyo de guerrilleros y ciudadanos darocenses en agosto de 1813.
Hubo más guerras en este fatídico s.XIX que también afectaron a Daroca, especialmente la primera Carlista de 1833 en las que Daroca fue ocupada en varias ocasiones por uno y otro bando, sin embargo nada comparable con lo que la Ciudad había vivido en la anterior guerra contra los franceses.
Tampoco tuvo gran incidencia la Guerra Civil de 1936 en la que Daroca se mantuvo del lado “Nacional” durante los tres años que duró la contienda. Siempre estuvo en la retaguardia siendo lugar de descanso y recuperación de heridos españoles, italianos y alemanes.