La Primera Guerra Carlista comenzó en 1833, a la muerte de Fernando VII, como consecuencia, por decirlo de un modo rápido, de las diferencias entre los seguidores de Isabel II y el hermano del rey fallecido Carlos-María-Isidro, de ahí el apelativo “Carlista”.

Esta tremenda y brutal guerra entre hermanos, fue la primera guerra civil de la historia de España, y Aragón se vio inmerso en ella desde sus inicios. Posiblemente el hecho bélico más destacado de nuestro entorno tuvo lugar muy cerca de Villar de los Navarros, del Partido de Daroca.

Con la intención de llegar a Madrid y destronar a Isabel II, los “carlistas” iniciaron desde Vascongadas y Navarra la llamada Expedición Real y a principios de agosto de 1837 la columna se reunió con las tropas del general Cabrera, en el Bajo Aragón, llegando a agruparse cerca de 20.000 hombres con los que comenzar su definitiva marcha hacia Madrid.

Por otro lado, los “isabelinos” tratarían de interceptar a la columna “carlista” desde distintos puntos. El general Oraá, con el grueso de las tropas, desde Calamocha y Campo Romanos, y el general Buerens, con 6.000 infantes, 800 de a caballo y seis cañones, desde Cariñena. El plan era rodear al enemigo que desde el Bajo Aragón cabalgaba hacia esta zona, llegando a las proximidades de Villar el día 22 de agosto de 1837. Enterados los “carlistas” de que Buerens se encontraba en Herrera y no demasiado lejos las tropas de Oraá, y ante la evidente posibilidad de que ambas columnas “isabelinas” les atacasen juntas, los “carlistas” decidieron atacar a Buerens, cuyas tropas eran inferiores en número.

Y el día 24, en torno a las dos de la tarde, ambos ejércitos se encontraron en las inmediaciones de Villar de los Navarros en una batalla en la que más de 12.000 soldados “carlistas” se enfrentaron a unos 8.000 “isabelinos”. En un principio el combate estuvo muy igualado, pero la superioridad “carlista” fue poco a poco haciéndose evidente. Tras ser rechazada la caballería “isabelina” rodearon a su infantería en un barranco donde fueron literalmente arrollados, y un ataque final por el flanco izquierdo determinó la aplastante victoria “carlista”. El número de muertos entre ambos bandos superó el millar, y fueron más de 2.000 los prisioneros del bando perdedor, entre ellos 200 oficiales. Otros consiguieron huir hasta refugiarse en zonas de Herrera y Belchite. La batalla duró aproximadamente cuatro horas y los carlistas se hicieron con un importante “botín” de armamento, caballos, bagajes y cajas de guerra.

Las bajas “carlistas” fueron muy inferiores, sin embargo entre ellas se encontraban las de dos hombres que habían sido determinantes para la victoria. El brigadier Quilez, natural de Samper de Calanda y un emblemático coronel, conocido por sus hombres como “Manolín”. Ambas muertes se produjeron en plena lucha, cuando mandaban a sus escuadrones contra las tropas “isabelinas”. A partir de esta Victoria, los “carlistas” continuaron eufóricos hacia Madrid sin encontrar impedimento alguno, sin embargo una vez a las puertas de la capital, y ante la inminente proximidad de un importante ejército al mando del general Espartero, decidieron retirarse, hecho que causó gran malestar entre los “carlistas” y comenzaron a tener desavenencias tanto en el ámbito militar como entre los dirigentes políticos.

La expedición fue contada día a día por periodistas españoles y extranjeros, en especial el inglés del Morning Post, Charles Lewis Gruneisen, que viajó con los soldados en la columna enviando información constante a su periódico, razón por la que este hombre está considerado por muchos como el primer corresponsal de guerra. También Gruneisen denunció el trato vejatorio y cruel con los prisioneros de guerra.

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