Vivienda II

Ago 21, 2023

Amable y respetado/a lector/a, es momento de disfrutar del periodo estival, de los amigos y familiares, de las terrazas, de las piscinas, de las fiestas patronales… previo al reinicio lectivo en septiembre. En el anterior análisis, quedaron patentes una serie de cuestiones que, en este número, supondrán el fin del análisis al respecto. Si los datos anteriores fueron curiosos (y/o preocupantes), estos, no lo son menos. Recalcar que, al menos, los datos son de 2019, por lo que están bastante actualizados.

En la Comarca Campo de Daroca, con datos desde 2006, el año que más hubo fue 2009 con 17 licencias, seguido de 2010 y 2015 con 15, 2011 y 2017 con 11 y 2014 y 2016 con 10. En treinta y cinco municipios, en un periodo de trece años, se han solicitado 134 licencias de obra. Una cantidad irrelevante, ya que supone casi 4 licencias por municipio en trece años. A nivel de obra nueva, 101 licencias de nueva planta, que han supuesto solamente 62 viviendas. Durante 5 años se pidieron 19 licencias, pero no se construyó ninguna. Es decir, menos de la mitad de licencias de obra nueva que de obra menor.

En lo referente a las superficies catastrales, 265,4 hectáreas (0,24%) son urbanas, siendo la inmensa mayoría rústicas 111.253,4 hectáreas (99,76%). En relación con las parcelas urbanas, 60,3 hectáreas (22,73%) sigue siendo solares frente a las 205,0 edificadas (77,27%).

Respecto a los bienes inmuebles según uso, la Dirección General del Catastro cita del tipo residencial un total de 8.549 bienes, mientras que el suelo vacante con 1.549 es la segunda más importante, seguida de industrial con 1.381. El resto, salvo almacén, estacionamiento, con 389 bienes, no superan las setenta unidades. La antigüedad de los bienes inmuebles, cuyo año de construcción es anterior a 1950, supera el 62%, entre 1950 y 1969 apenas supera el 8%, entre el 1970 y 1989 sube a más del 16%, decae al 11% del 1990 a 2009, y desde 2010 no llega al 2%.

Pasamos a los datos de la Comarca del Jiloca; cuyos datos son muy distintos. Nada menos que 851 licencias municipales de obra durante el mismo periodo frente a las 134 del Campo de Daroca. A nivel de obra de nueva planta, hubo nada menos que 612 solicitudes que supusieron 615 viviendas. Los datos son muy importantes en 2006 y 2007, un 64,5% respecto a los trece años estudiados. Obedece simplemente, a la época de la burbuja inmobiliaria cuando la construcción era boyante. Desde 2010 hasta 2019, las viviendas construidas no superan las 15 en ninguna anualidad en los 40 municipios, a la postre, 57 núcleos de población. En el Jiloca de las 673,6 hectáreas de parcelas urbanas, un 31,25% son solares.
Respecto a las superficies catastrales, 673,3 hectáreas (0,35%) son urbanas, siendo también casi su totalidad rústicas con 192.385,9 hectáreas (99,65%). En relación con las parcelas urbanas, 210,5 hectáreas (31,25%) son solares frente a las 463,1 hectáreas edificadas (68,75%).

En el Jiloca, los bienes residenciales son 14.136, seguido de industrial con 3.707, suelo vacante con 2.816 y finalmente 1.406 de almacén, estacionamiento. El resto, son más bien poco relevantes. Datos similares en cuanto a estructura, respecto al Campo de Daroca.

Las cifras respecto a la antigüedad de los edificios, varía notablemente con la comarca vecina; un 43,4% son anteriores al 1950, de 1950 a 1969 un 8,25%, de 1970 a 1989 creció al 25,26%, de 1990 a 2009 un 19,33%, pero desde 2010 apenas se llega al 2,45%.

Los datos son clarificadores. En la Comarca Campo de Daroca, más del 60% de los edificios son anteriores a 1950, mientras que en el Jiloca es un 43,4%. El crecimiento más importante fue de 1970 a 2009 en el Jiloca, superando incluso las edificaciones existentes (43,4 % frente al 44,59 %), si bien, en el Campo de Daroca no se ha llegado al 28% en ese mismo periodo. Los datos desde 2010, son demoledores, en ambas comarcas no se llega al 3%.

Estos hechos, unidos a mi anterior artículo en relación con las viviendas vacías y el descenso de población residente implica una correlación sencilla, no existe una evolución positiva respecto al interés, necesidad o posibilidad de construir nuevas viviendas, cambios de vivienda o mejora de las mismas entre los habitantes de nuestros municipios como tampoco una demanda suficiente de nuevos pobladores.

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