POR JESÚS LECHÓN

Si algo me hace ilusión es ver la palabra Calamocha en La Vanguardia. A veces me entero de noticias de la villa en ella antes que por los medios locales. Su hemeroteca es una joya y en mi caso aparece media familia, la de Torrijo, esa de antes del jaleo la cual hasta dió nombre a una calle: Pasaje de los Ciudadanos.
Pero más allá de las noticias que por lo general siempre son malas cuando llegan tan lejos, salir en los artículos de opinión resulta de agradecer. Eso sí, llevábamos unos meses sin aparecer y empezaba a preocuparme ¿Quién iba a pensar que su autor, a quien uno creía emérito en ciertos menesteres, haya estado cubriendo, a su edad y con sus galones, la guerra de Ucrania? Fue volver y acordarse de la paz de su Calamocha querida.


Casualmente bajaron desde Barna nuestros jefes ya jubilados Antonio Vélez y Joaquín Cadefau a tomar una paella de las de antes, como dios manda y cocina mi hermano, bien lo saben también en el Poyo. Oye, dije al segundo, necesito localizar a este buen calamochino que escribe en La Vanguardia. “Ojito, el cronista de Calamocha quiere hablar contigo, algo habrás hecho” debió decirle su director al día siguiente.


Se puso a temblar, ¡menudo gabache!, con miedo y mira que habrá estado en trincheras a lo largo y ancho del mundo, se ve que la figura del cronista impone más que un Kalashnikov. Agarró el móvil, ser armó de valor y me llamó.


Lo mismo zorro del desierto en oriente que héroe de la olvidada guerra del fletan, también en primera línea la noche que Belle Époque ganó el Oscar acompañando al elenco: “¿Luis Alegre es de Calamocha, el de La bien pagá?” Nadie es perfecto, de Lechago, un pueblo cercano, te gustará, tienes que darte un garbeo por allí, habrás estado en muchos blocaos, pero ninguno como aquel. Le aclaré.
Pocos son los que puede presumir de tener los cuatro abuelos turolenses y don Joaquín Luna lo hace a la antigua usanza pues las referencias a Calamocha son constantes en sus artículos como lo son en las hemerotecas tanto o más que como un lugar, como palabra que lo mismo vale para un roto que para un descosido. Tiene sonoridad, combina bien y todo el mundo una vez la ha oído o leído la recuerda.
Como hombre de mundo, reconoce que este verano lo mejor será quedarse en casa y que igual se sube al coche y se jopa a Teruel. Quizás debiéramos pensar, ante un embajador de su talla, en buscar si está libre el chofer con el que don Camilo recorrió la Alcarria y no conduzca él, pueda ver y palpar a gusto lo que desee y llegar a Calamocha donde le aguarde la alcoba donde hizo la siesta Cela, durmiendo o dormido, tal vez nunca lo sabremos, con pijama, gorro y orinal que supongo aún se conservará de aquella vez que pasó por la villa.


Luego vendrá de incognito el paseo, el jamón y el cañao, el vino de Cariñena y después contarlo en La Vanguardia, para entonces le tengo prometidas unas fotos del FC Barcelona de antes de la guerra, que como buen culé apreciará en lo que valen y de paso por el mismo precio unas del RCD Espanyol, pues dicen todos somos hijos de dios.


PD Mi querido lector, no se lleve a engaño, el de la foto es don Joaquín Cadefau a quien La Vanguardia lleva negándole la presencia en sus artículos años y a quien el Comarcal viene a hacer justicia. ¡Ahora sí! tendrá algo que contar y presumir en las comidas familiares frente al cuñado. A quien también damos las gracias.


Para pasar un buen rato leer: Menuda Tropa de Don Joaquín Luna.

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