Silencio. Tristeza. Y mi pensamiento vuela hacia ti una vez más.
Qué distinto sería si aquí estuvieras. Mi soledad no existiría. Y mi
pena con conversaciones se quitaría.
¿Qué vemos en la tele? ¿Jugamos un rabino? O nos dedicamos a
mirarnos y amarnos.
Te sigo echando de menos. ¿Dónde? En cada rincón de nuestro
hogar. ¿Cuándo? En cada reunión con nuestros hijos y en muchísimas
ocasiones más. ¿Cuánto? Infinito.
Cada segundo desde tu marcha diría yo.
¿Cuánto no has podido conocer? ¿Qué te has pedido desde que no
estás aquí? Sé que estás presente. Nos ves. No oyes.
Pero no puedes abrazarlo ni besarlo. A él. Lo más bonito. Nuestro
nieto. Físicamente tan parecido a ti. Y a su padre. Lo amas y cuidas
desde ahí arriba. No cabe duda.
Es tan, pero tan duro el pasar de los días. Lo intento camuflar.
Pero ahí siguen los dos; mi dolor y tu amor que jamás desaparecerán.
Es un hasta pronto, lo sé. Porque nos volveremos a unir cuando
llegue mi hora. La nuestra.
Mientras tanto seguiré aquí. Anhelándote. Amándote.
1987 Siempre Juntos

Comparte esta Noticia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *