Hace más de sesenta años que se conoce la temperatura más baja recogida por un organismo oficial. Vivimos en una zona cuya altitud y latitud propician que se den estas temperaturas tan heladoras. En cuanto a esto, nada nos diferencia entre Fuentes Claras o Calamocha, dos localidades de la comarca del Jiloca que intentan pelear por ostentar el récord de temperatura mínima. Aunque esta competición política nada tiene que ver con la realidad de las relaciones sociales entre una localidad y otra, algunos medios de comunicación se han encargado de incendiar esta supuesta rivalidad de la mano de publicaciones poco rigurosas, algunas de ellas basadas en meras observaciones sin contrastar, o contrastadas rasgadamente. En la época en la que nos encontramos es objetivamente cierto que hace frío, mucho frío. Aunque también es una realidad que en estos últimos años no tenemos las temperaturas que se recogieron hace 60 años, debido en parte al cambio climático y la actividad humana industrial, que ha subido la temperatura global unos cuantos grados. Pese a esta competitividad, poco se hace para acercar posturas entre ambas localidades o instituciones, ya sean de un lado o de otro. Algo como este récord, sería interesante venderlo como un recurso turístico, empresarial o cultural. Celebrar la llegada de las temperaturas más bajas puede ser un motivo de reclamo o incluso un requisito para alguna industria que necesite temperaturas como las que se dan en las comarcas de Daroca y del Jiloca. Uniendo esfuerzos se podría crear un conjunto de eventos que celebren y recuerden el frío que tuvimos, porque quizá la temperatura se tomaba ya en las dos localidades u organismos (Campo de Aviación ubicado en Calamocha y Centro Meteorológico ubicado en el VOR de Fuentes Claras). En definitiva, el frío es una seña de identidad común a toda nuestra zona, por lo que supone un recurso pendiente de explotar que podría venderse como una marca turística generando un evento más que atraiga actividad a nuestro territorio, tal y como lo hacen las grullas cada vez que pasan por aquí en su viaje hacia el sur de Europa cuando el mercurio desciende. Reivindicar algo que debió ocurrir en la mayoría de pueblos, a razón de los testimonios de otros vecinos de municipios como Bello, Daroca o Báguena, no tiene mucho sentido a día de hoy. Desarrollar una marca del frío que se base en los cielos y aire limpios es posible, propiciando la implantación de nuevas empresas que atraigan población y bienestar a nuestros pueblos para lograr así la supervivencia de muchos de ellos donde hace frío.

Para todos nuestros lectores, desde El Comarcal del Jiloca os deseamos: ¡feliz Navidad y próspero año 2024!

Editorial

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