Se podría decir que reivindicar significa pedir lo que nos corresponde. Existen muchas formas de reivindicarse para pedir algo. Se hizo a través de lemas como “Al Jiloca ya le toca” o “Autovía por Daroca”, que a día de hoy se podrían seguir usando y tendrían sentido igualmente. Estos mensajes hicieron mover a vecinos, asociaciones y colectivo empresarial. Gracias a estas reivindicaciones se consiguieron hitos, que hicieron escuchar tímidamente a este territorio despoblado y dejado de la mano en infraestructuras y servicios.

Este espíritu luchador se fue diluyendo poco a poco al entrar en juego la política, indistintamente de quién estuviera en el poder. Progresivamente, fue disminuyendo el número de personas que salían a la calle a manifestarse para pedir aquello que les correspondía. Las recientes manifestaciones relativas a la Sanidad solicitando unos mejores servicios sanitarios o por la gestión actual del territorio son un ejemplo de la poca cantidad de gente que asiste a ellas. De alguna manera tenemos asumido que nuestras tierras son zonas de paso, y por ello, las gentes que vivimos aquí nos hemos resignado a que no escuchen las demandas y a conformarnos con lo poco que nos queda.

A día de hoy no existe ese espíritu reivindicativo tan fuerte como el que poseen comarcas vecinas como la de Andorra-Sierra de Arcos o Comunidad de Teruel. Aún así, los servicios que tenemos son dignos y no tienen tantas deficiencias como las que tienen en el centro de salud de Utrillas. Quizá la existencia de la autovía A-23 hace más fácil que los trabajadores sanitarios puedan hacer rueda y venir a prestar la atención sanitaria que se demanda en nuestros pueblos. Incentivos y más incentivos es lo que necesitamos si queremos que nuestros pueblos sobrevivan. Es evidente que prestar un servicio en el medio rural no tiene el mismo coste que en el medio urbano y por ello las grandes urbes deberían apoyar a las ciudades pequeñas y pueblos para que puedan mantenerlos. El bien más preciado que tiene la sociedad es la salud, por ello es un motivo más que suficiente para no dejar de revindicar y alzar la voz por unos servicios sanitarios mejores. Quizá nos encontramos en un buen momento político para pedir todo aquello que nos corresponde, ya que un pueblo que revindica es un pueblo vivo.

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