En la mente de muchos darocenses está este hombre que pasó la mayor parte de su vida en la ciudad de Daroca, a la que llegó a amar como cualquier darocense hasta el punto de que, cuando se refería a ella, decía “la ciudad de mis amores”, ciudad en la que falleció y descansa.
José Beltrán Roche nació el 16 de marzo de 1882 en Olalla, antigua aldea de la Comunidad de Daroca, en la sesma de Barrachina, actualmente provincia de Teruel. Tras aprender las primeras letras en su pueblo natal marchó a Daroca para estudiar en los escolapios donde estaba de profesor su tío, el religioso Martín Roche.


Más tarde fue a Peralta de la Sal para recibir su formación religiosa, y allí tomó el hábito calasancio el 12 de octubre de 1897, profesando dos años después. Fue ordenado sacerdote en Zaragoza el 2 de junio de 1904 y volvió al colegio escolapio de Daroca, esta vez como profesor de párvulos. Tras algún tiempo aquí pasó posteriormente por otros colegios de la Escuela Pía en Jaca, Tafalla, Pamplona, Logroño, entre otros, y nuevamente regresó a Daroca en 1936, en donde fue rector del Colegio entre los años 1949 y 1955, y aquí se quedó definitivamente hasta su muerte a la edad de 83 años sin cumplir, el 7 de marzo de 1965. Falleció precisamente en ese día tan señalado de Santo Tomás de Aquino, patrón de Daroca y a cuya advocación se había erigido el colegio escolapio desde su fundación en la ciudad a principios del siglo XVIII.


Una de las facetas más conocida de este escolapio es la literaria, que comenzó en Jaca con la fundación de la revista ‘La Aurora del Pirineo’ y más tarde, en Tafalla creando una nueva revista llamada ‘Juventud Calasancia’. Su verdadera pasión era la poesía y ‘Amor, rubio milagro’ es seguramente su libro de poemas más conocido, editado en Barcelona en 1925. Sin embargo son mucho más notorias sus obras en prosa, siendo su primera publicación en Tafalla en 1920 ‘Una orden de periodistas’, a la que siguieron en el mismo año ‘El Cristo de las tres manos’ en Teruel y ‘Desperta ferro’. Más tarde, ‘Belchite’, ‘Tradiciones y leyendas de Daroca’, ‘Bilbilis Augusta’ y una versión muy particular de ‘La Cenicienta’, compuesta para ser leída en una velada cultural en Lechago en 1921. La mayoría de su obra literaria es paralela a la de los grandes autores de la generación del 27. Además de los libros, el padre Beltrán publicó diversos artículos periodísticos de prosa y poesía en ‘El Turolense’ y en ‘El Regional’ de Calatayud, siempre relacionados con temas de su tierra.
Para varias generaciones de darocenses, el libro del padre Beltrán ‘Historia de Daroca’ de 1954, seguramente secuela del mencionado ‘Tradiciones y leyendas de Daroca’ de 1929, ha sido un referente para conocer y dar a conocer muchos aspectos de Daroca, aunque en honor a la verdad haya que apuntar que el entusiasmo de este hombre para todo lo referente a Daroca era tan grande que a veces no fue muy riguroso con la Historia, sin embargo hemos de agradecerle un conocimiento general de nuestra historia y haber sacado a la luz muchas de las leyendas y tradiciones de Daroca que ahora todos conocemos.
El libro, dividido en dos partes, cuenta los sucesos más importantes de la historia de Daroca, y en la segunda sus tradiciones y leyendas. También colaboró con el Ayuntamiento de Daroca en varios libretos que acompañan al programa de las fiestas del Corpus. En 1947 con el relato ‘Daroca’ y en 1958 con ‘Era una morica bella’.

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