La Comarca del Jiloca tiene un total de 1.894 explotaciones, de las cuales 1.444 son agrícolas, frente a 36 ganaderas y 394 conjuntas, de agricultura y ganadería. Es decir, un 35,21% más de explotaciones para una extensión territorial de 1.931 km2 frente a Campo de Daroca con cuya extensión comarcal (1.198) llega a 1.227 explotaciones.
Como indicador importante, relacionado con estos datos recién expuestos, está la superficie agraria utilizada o SAU del Jiloca que superaba en 2009 las 114.000 hectáreas por poco más de 61.000 en Campo de Daroca. Por tanto, la superficie del Jiloca destinada a agricultura en aquel año, duplicaba a la darocense, siendo casi el 60% de SAU de la Comarca frente al 55% del Campo de Daroca. Los porcentajes de explotaciones cuyo titular es persona física, ambas casi alcanzan el 96%, un porcentaje normal habida cuenta del perfil familiar y por cuenta propia de los titulares.
La producción estándar total en el Jiloca supuso nada menos que 85,9 millones de euros frente a 55 millones de euros de la comarca vecina. Por tanto, relacionando superficie frente a producción, la ratio en el Jiloca supone 748 euros por hectárea de media frente a 890 euros por hectárea del Campo de Daroca. Reitero el dato, de media, por lo que la rentabilidad en esta última es un 16% mayor.
En cuanto a las explotaciones según superficie, un total de 899 explotaciones tenían de 5 a 50 hectáreas, seguido de 655 explotaciones de 51 hectáreas o más y, finalmente, 283 explotaciones de menos de 5 hectáreas. Un total de 57 explotaciones no tenían tierras. Los datos, guardan cierta similitud con la Comarca de Daroca, salvo el número de explotaciones sin tierras, cuya proporción en el Jiloca es muy superior.
En lo que respecta a la superficie según tipo de cultivo, también sigue el patrón darocense. La superficie agrícola es, mayoritariamente de cereal para grano en secano con 44.188 hectáreas, frente a 3.651 has. de regadío. En este caso, el aprovechamiento del regadío supera en tres veces el Jiloca a la comarca vecina. Ahora bien, el barbecho en 2009 supuso más del 50% de la superficie en el Jiloca frente al 33% en el Campo de Daroca. El resto de cultivos son los cultivos forrajeros y los cultivos industriales, que no llegan a las 4.000 hectáreas, seguido de las leguminosas para grano que duplican a la comarca vecina con (2.179 has.) y frutales con 716 hectáreas es el siguiente cultivo reseñable. En lo referente al viñedo, podría sorprender que en el Jiloca no llega a la mitad de superficie que, en el Campo de Daroca con 367 hectáreas, lo cual implica que uno de nuestros cultivos de nuestros ancestros, la viña, se ha dejado perder en favor de otros cultivos o simplemente se arrancaron viñas. El resto como ocurre en la comarca vecina, como la patata no alcanza el centenar de hectáreas y por debajo, de forma más residual, están las hortalizas, olivares o flores y plantas ornamentales.
La ganadería en el Jiloca está basada en el sector porcino que supera las 187.000 cabezas, seguido de ovino con más de 91.000 cabezas, las conejas madres (solo hembras reproductoras) con más de 22.000 cabezas y, de forma residual tanto el bovino con casi 2.800 cabezas como el caprino con 773 cabezas o las 19 cabezas de ganado equino. En lo que concierne a las colmenas en el Jiloca casi alcanzan las 700 frente a las 1.000 en toda la Comarca del Campo de Daroca. Como se habrá podido observar, en el Jiloca tanto el ganado porcino como el ovino tienen una gran importancia, como el avícola en el Campo de Daroca. De hecho, existe una mayor diversificación en el Jiloca puesto que en el Campo de Daroca aparte de las aves en la zona de Villarreal de Huerva, Mainar y Daroca (fundamentalmente) el resto de unidades son cuantías notablemente inferiores. En todo caso, suponen en la Comarca del Jiloca poco más de 60.000 unidades ganaderas frente a 31.000 unidades en la comarca vecina.
El tipo de producción en ecológico en el Jiloca tenía solamente 8 explotaciones cuya superficie apenas superaba las 300 hectáreas y no había ninguna explotación de ganadería ecológica. En Daroca, los datos tampoco eran notables. Queda manifiesto que, probablemente, la rentabilidad de una producción normal y en ecológico, supera ampliamente la primera ya que el número de explotaciones y de superficie son testimoniales.
Para terminar, las unidades de trabajo total eran de 1.184 de los cuales, son mano de obra familiar casi 1.000 y el restante, en torno a 190 son asalariados. Los datos a comparar con el Campo de Daroca, guardan cierta relación, por lo que son parejos.
El análisis no deja de ser distante más allá del frío número al ser una serie de 2009 en todo Aragón. Recordemos que, en 2008 empezó una dura crisis que levantó en 2012 – 2013, pero que ha vuelto a hacer acto de presencia con la pandemia sanitaria y con la guerra de Ucrania. La indisponibilidad de datos, implica no poder comparar para detectar una posible evolución durante más de una década, el aumento o descenso de explotaciones, de superficie agraria útil, la tipología de unidades de trabajo, la apuesta (o no) por la agricultura o ganadería ecológica…
Pero, la lectura es que más de 2.000 unidades de trabajo en ambas comarcas vivían en 2009 de la agricultura y la ganadería, aportando más de 140 millones de producción estándar al territorio, cuyas explotaciones fundamentalmente se entroncan entre las 5 y las 50 hectáreas, para laborar fundamentalmente cereales para grano.
Las fórmulas magistrales, se han escuchado en muchos foros de agricultura y ganadería, de la PAC; La diversificación podría resultar necesaria, complementar la agricultura con ganadería o a la inversa, la aplicación de incentivos para retomar el viñedo, fórmulas para incrementar el regadío, apostar por modelos ecológicos… pero, ni la agricultura ni la ganadería son fábricas de tornillos (con todos mis respetos), puesto que la dependencia del clima, de los costes energéticos, de las lonjas y de los precios a nivel internacional, implican demasiadas variables ajenas al agricultor/a y al ganadero/a que dificultan enormemente la toma de decisiones para buscar nuevos modelos que se ajusten a lo que viene. No olvidemos que, gracias a su trabajo, tenemos todos los días alimentos en nuestras casas; un trabajo raramente reconocido y muchas veces tampoco valorado. Vaya por delante mi – nuestro – agradecimiento y reconocimiento por una labor tan encomiable como necesaria.