Me he referido últimamente a los darocenses excelentes de todas las ápocas, pero nada he escrito sobre las mujeres de Daroca que destacaron a lo largo de la historia, y el caso es que de vez en cuando alguien me lo demanda.
Me pongo a buscar y apenas encuentro con qué rellenar las seiscientas palabras que normalmente ocupan estos artículos, y esto no quiere decir que no las haya habido, porque sin duda las hubo, sin embargo su recuerdo se ha diluido y apenas existe documentación sobre ellas. Sin embargo, si retrocedemos a finales del siglo XIV, encontramos a Juana de Aragón y Armagnac, hija del rey Juan II de Aragón, que nació en Daroca en 1375 y casó en Valencia en 1392 con Mateo de Foix, siendo el oficiante el mismísimo Papa Luna.
Daroca ha sido durante siglos cuna de grandes músicos, y también alguna mujer música como Orosia Bruna Tardez, hermana del Ciego de Daroca, monja dominica en el convento del Rosario, o Sabina Fernández que en 1679 ocupó provisionalmente el puesto de organista al fallecer Pablo Bruna, siendo su trabajo retribuido con un corte de tela de raso mallorquín.
Años más tarde aparece en Daroca la famosísima Dolores, la de la copla, que durante años existió el convencimiento de que era darocense, siendo bilbilitana, aunque vivió en Daroca durante su infancia y primera juventud, y en nuestra ciudad comenzó su leyenda.
También muy importante fue la esposa del ministro Tadeo Calomarde, Juana Beltrán, hija del doctor Antonio Beltrán, médico particular de Godoy. Juana falleció en Daroca en 1827 y aquí fue inhumada.
Es bien sabido que por Daroca han pasado reyes de todas las épocas, alguno de ellos en varias ocasiones, como Fernando VII, que en 1814 fue el último en visitarnos y hubo que esperar casi cien años hasta que otra persona “real” lo hiciese, y fue una nieta suya, la infanta Isabel de Borbón, princesa de Asturias, conocida como “la Chata”, que nos visitó el 6 de julio de 1912, siendo la última visita de la Familia Real que hay registrada oficialmente en Daroca.
A todo esto hay que añadir la clásica frase que dice que “al lado de cada gran hombre hay una gran mujer” y en Daroca tenemos algunos ejemplos como el de la reina Sibilia de Fortía, esposa del rey Pedro IV el Ceremonioso, monarca que concedió a la villa de Daroca la categoría de ciudad.
De esta mujer incluso tenemos un “retrato” en el Museo de los Corporales. Se trata de una pequeña escultura que junto a la del Rey adornan la Custodia de los Corporales, donada a Daroca por estos monarcas en 1384.
Y otra reina, María de Castilla, esposa de Alonso V, reina consorte de Aragón, que ante las prolongadas ausencias del rey por tierras de Sicilia y Córcega, gobernó el Reino de forma ejemplar. Concedió a Daroca varios privilegios y a ella debemos la magnífica torre de la entonces Colegiata y la costumbre de poner cerraduras con tres llaves en las arcas donde se guardaban documentos o reliquias importantes como los Corporales.
También entre la historia, la tradición y la leyenda, han dejado huella algunas mujeres darocenses, como Matilda, la enamorada del joven Juan conocido como el “Jaque”, que da nombre a uno de los torreones de Daroca, la popular “Morica encantada” de nombre Melihah, la valiente Elvira que disfrazada de hombre siguió a su amado Hernando desde Daroca hasta tierras de Valencia, o la joven Brianda, causante involuntaria de un crimen que dio pie a la conocida leyenda del Callejón de la Traición.