Los residuos urbanos son un tema de rabiosa actualidad. La recogida de residuos es un tema de enjundia, complejo a la par que complicado; pero sobre todo, con un importante grado de repercusión directa al ciudadano tanto en lo positivo como en lo negativo.
Comenzaremos por la competencia, según la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local, una ley que data de 1985 – y que estará a buen seguro en muchas mesillas de noche de opositores y empleados públicos – expresa en su artículo 26 la obligación del municipio a prestar, en todos los municipios, la recogida de residuos, entre otras competencias.
Cierto es que, en ese mismo artículo para municipios con población inferior a 20.000 habitantes, será la Diputación Provincial o entidad equivalente quien coordinará esta prestación; la recogida y tratamiento de residuos. Analizando el órgano competente, no es la Diputación Provincial si no las comarcas, según reza el artículo 9.1 apartado 4º; de la Ley de Comarcalización, es la prestación del servicio de recogida y tratamiento de residuos urbanos.
Tiempo atrás, antes que las Comarcas fueron las Mancomunidades. Uno de los objetos que se persiguen es el cumplimiento del principio de eficiencia y eficacia, a través del cual, una serie de municipios reciben un servicio por parte de las comarcas, para que la prestación del mismo sea más económico, eficiente y beneficioso para el ciudadano. No pagaría lo mismo un municipio por la prestación del mismo, que la creación de rutas de municipios optimizando el servicio, realizando menos kilómetros, contaminando menos…
A partir de ahí, sintetizando, la competencia de la recogida de residuos es municipal, de hecho, el ayuntamiento es el encargado de cobrar la tasa pertinente, pero la gestión del servicio de recogida es comarcal. Y, el trabajo que se desarrolla para la gestión del servicio tanto desde los ayuntamientos, y muy especialmente desde las comarcas así como desde las empresas concesionarias del servicio, unido a una cantidad importante de legislación a cumplir; la remisión de información, los controles… va más allá del acto de la levantada del contenedor.
Dicho lo cual, en la actualidad se presta el servicio de recogida de fracción resto, vidrio, papel cartón y envases ligeros, con la previsión de recoger el residuo orgánico para aprovechar los biorresiduos a partir de las próximas navidades.
Avisar que, sobre los siguientes datos, ni en IAEST ni en el banco de datos estadísticos de Gobierno de Aragón hay mención de la fracción resto; el contenedor verde donde se deposita lo que no es papel-cartón, vidrio o envases, por lo que analizaré según los datos existentes.
En la comarca Campo de Daroca, la evolución en el vidrio ha ido en aumento, desde 2011 con 55 contenedores, a 72 en 2021, y pasando de reciclar 177.090 a 108.280, un importante descenso cercano al 40%. La relación de kg reciclados por habitante es de 27,96 en 2011 frente a los 19,95 kg/hab en 2021.
En cuanto a envases ligeros, en 2009 había 44 contenedores con una recogida de 28.979 kg (4,58 kg/hab) frente a los 64.859 kg (11,85 kg/hab) en 2018 con 106 contenedores, más del 55% al alza en kg y más del 61% por kg y habitante.
Respecto al papel cartón, se ha pasado de reciclar 35.593 kg con 43 contenedores y un reciclaje de 5,63 kg por habitante en 2009 a 71.243 kg con 67 contenedores en 2021, lo cual supone 12,82 kg/hab. Por tanto, hablamos del doble de kg en reciclaje y un mayor aumento por habitante.
En la comarca de Jiloca, en 2011 había 125 contenedores de vidrio y se recogieron 317.250 kg, que suponen 22,76 kg por habitante, si bien, en 2021 se contabilizaron 142 contenedores con 206.560 kg, o sea, 16,70 kg por habitante y año. Lo cual indica, como en la vecina comarca, bien sea un menor consumo y/o uso de vidrio, probablemente que por descenso en el reciclaje de vidrio.
Por lo que respecta al papel cartón, según datos obrantes en la estadística, había 20 contenedores en 2009 que retornaron 70.040 kg, o sea, 4,85 kg por habitante mientras que, en 2018, se contabilizaron 88 contenedores y se reciclaron 118.778 kg, es decir, un total de 9,68 kg/ hab, doblando – por tanto – el reciclaje.
Finalmente, los datos de los 227 contenedores de envases ligeros en 2009 supusieron 119.338 kilos reciclados, o sea, 8,26 kg/hab mientras que, en 2018, habría 248 contenedores y se reciclaron 171.658 kg, es decir, 13,99 kg /hab, un aumento también importante.
Como se puede observar, la progresión en cuanto al reciclaje, sin datos de la fracción resto, ha sido positiva en papel y cartón y en envases ligeros, con un retroceso en el caso del vidrio. Aun con todo, esas cantidades son mejorables por diversos motivos; a mayor concienciación el reciclaje será (o debería ser) proporcional, ayuda a cuidar y preservar el medioambiente, reducimos el volumen de residuos, ahorramos energía, reduciremos la utilización de los recursos naturales, disminuiremos las emisiones de CO2, así como contribuiremos a la mitigación del cambio climático, crearemos puestos de trabajo y podremos fabricar nuevos productos usando menos materias primas. Y, además, el coste del reciclaje será menor para nosotros.
Debemos cuidar los contenedores, no echar brasas ni mezclar tipos de residuos, no verter fuera de los contenedores, ni dejar televisiones, lavadoras, muebles o colchones al lado de los contenedores. Recordemos que el servicio de recogida de los residuos se basa en la recogida de los contenedores, y no dejar los residuos fuera de los mismos.
Recordar que en ambas comarcas existe un servicio de punto limpio, con recogida de muebles, enseres y voluminosos. Hay que evitar dejar los mismos en la entrada de los puntos limpios. Y, para terminar, es tan necesario como imprescindible, evitar a toda costa el uso de escombreras, tanto para nuestro bolsillo (multas importantes) como para el medioambiente y nuestros paisajes.
El legado que dejaremos a nuestros hijos e hijas, nietos y nietas debería ser un mundo mejor. Pero, en lo relativo al reciclaje, el cuidado de nuestro medioambiente, nuestros paisajes, la flora y la fauna, dependerá de nuestros actos presentes; pequeños actos, grandes resultados.
José Ángel García. Las estadísticas no mienten