Los darocenses formaron parte de esta carrera de 400 inscritos, quedando en el puesto general nº 46

Los darocenses Javier Serrano y Onofrio Luisi se aventuraron por primera vez en el desierto de Marruecos como participantes del rally ‘Panda Raid’.
Del 1 al 8 de marzo, este rally -de únicamente modelos panda- desafió a los dos jóvenes de 26 años en una de las “carreras más famosas” con un total de 400 inscritos, indica Serrano.
Junto a su compañero y amigo, se enfrentaron a 3.500 kilómetros por el desierto, sin GPS, solo con roadbook y brújula, y lograron un primer puesto en la categoría junior. “A nivel de la general, el puesto 46”, recuerda.


Javier Serrano se ha mostrado muy satisfecho con la experiencia y los resultados en la clasificación y detalla que ha sido un proyecto personal que arrancó a principios de año. “Compramos un coche de segunda mano, lo preparamos y en mes y medio estábamos corriendo en Marruecos”, comenta.
El recorrido por el país marroquí les llevó a la zona sur, “donde conocimos el Marruecos profundo”, señaló el piloto. Los jóvenes entregaron juguetes y ropa a los niños de este territorio. “Vimos aldeas muy pobres donde conectas mucho con la gente de allí, además, la propia organización te indica una zona de acampada, pero nosotros alguna noche salimos para ir a algún hotel y conocer la cultura, y así también estar más cómodos, es una experiencia bonita”, detalla.


La competición ha constado de etapas largas, “de unos 400 kilómetros al día”, empezando a las seis de la mañana y terminando en torno a las cinco de la tarde, “y ya tenías que preparar el coche para el día siguiente”, apunta a esta rotativa. En esa semana, Javier Serrano ha destacado el penúltimo día, cuando sufrieron dos tormentas de arena. “no se veía absolutamente nada y por suerte, al llevar brújula, conseguimos llegar de los primeros al punto de control, fue por tema suerte y por nuestra habilidad en la orientación”.


Luisi y Serrano se hicieron fuertes en el rally y también aguantó la aventura su vehículo, flaqueando el último día: “En la última etapa, en el último enlace, fastidiamos el motor y comenzaron las penurias, teniendo que contratar una grúa para subir a Tánger, para cruzar el estrecho con el ferry, fue una paliza”, lamenta.
Aún así, ha sido una experiencia “increíble”, describen los darocenses, quien se plantean repetirla en un futuro.

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