
PILAR SARTO FRAJ
Acción Solidaria Aragonesa
Se acabó la primera fase de alto el fuego en Gaza y el gobierno de Israel volvió a bloquear la entrada de ayuda humanitaria: “Con el final de la fase uno (…), el primer ministro Netanyahu ha decidido que, a partir de esta mañana, toda entrada de bienes y suministros a la Franja de Gaza cesará”. Posteriormente, ha cortado la luz en la franja, con lo que supone de daño a hospitales y a la vida cotidiana de la gente.
El mismo día que Trump anuncia que corta la ayuda militar a Ucrania, aprueba cuatro mil millones de dólares de ayuda militar a Israel y el envío de más bombas de 500 k, prohibidas en ámbitos urbanos, que van a ser utilizadas en Gaza.
La versión que se ha creado tanto por parte de Trump como del gobierno israelí y la mayoría de medios de comunicación es que Hamás no quiere prolongar la fase 1, cuando el que está violando el acuerdo del 15 de enero y no quiere pasar a la fase 2 es Israel. Ha violado el acuerdo trescientas veces hasta el 28 de febrero y no ha pasado nada… pasar a la fase 2 implicaría la retirada del ejército israelí incluso del corredor de Filadelfia que separa Gaza de Egipto y eso no lo quiere Israel de ninguna manera, menos ahora, apoyado por Trump. Sin embargo, se siembra la idea de que es Hamás el culpable de no querer seguir el acuerdo de alto el fuego.
Negar la ayuda humanitaria es un castigo para la población de Gaza. El genocidio de Gaza con matanzas, daños físicos y mentales graves, destrucción física de la población palestina y graves violaciones de derechos humanos, continúa.
Y en paralelo, sigue la semilla de la esperanza. 5000 gazatíes ser reunieron para romper el ayuno y dar la bienvenida al Ramadán en comunidad, todo un ejemplo de resistencia, valor y unidad.
“Posiblemente sea eso lo que explique la entereza, la integridad y el orgullo del pueblo palestino y de esos miles de gazatíes que, a pesar del terror que están sufriendo y de la falta de alimentos, han tenido el coraje para adornar con banderolas los escombros de sus propias casas, de alumbrarlas con farolillos y de sentarse en torno a unas largas mesas para compartir ese momento, para permanecer unidos, para resistir.
Con ese ejemplo de orgullo y de lucha colectiva, es imprescindible que nos unamos, que cada uno de nosotros y nosotras nos activemos y nos movilicemos para exigir a las autoridades que tomen medidas urgentes y eficaces para detener este genocidio”. (Comisión Española de Ayuda al Refugiado).
No Other Land (No tenemos otra tierra), coproducción noruega-palestina, la película que retrata la realidad diaria de la ocupación militar de Cisjordania, ganó el Oscar 2025 a mejor largo documental. Al recoger el trofeo, uno de los directores, el palestino Basel Adra, que desde joven ha documentado la lenta destrucción de su tierra dijo:
“Mi esperanza es que mi hija no tenga que vivir la misma vida que estoy viviendo yo ahora, siempre con miedo a la violencia de los colonos, a los desplazamientos forzados, por las demoliciones de casas… que mi comunidad vive y se enfrenta cada día bajo la ocupación de Israel (…) Llamamos al mundo a tomar acciones serias para parar la injusticia y la limpieza étnica del pueblo palestino”.
Dos de los cuatro directores que subieron a recogerlo eran israelíes: Yuval Abraham y Rajel Szor. El ministro de Cultura de su país, Miki Zohar, dijo: “No proporcionen una plataforma pública en Israel para una película que difama nuestro nombre en todo el mundo”. El filme, de hecho, carece de distribuidor en EE UU (aunque se ha proyectado en una veintena de ciudades) y lleva desde su estreno, hace un año, sin proyectarse en las salas comerciales de Israel, pese a retratar justo la incómoda realidad que modelan sus autoridades militares a apenas decenas de kilómetros. Más que atacada, No Other Land ha sido, sobre todo, relegada a la invisibilidad en el país, obsesionado con su imagen exterior y donde las voces críticas cada vez tienen menos espacio político y social.
Y mientras tanto, en nuestro entorno cercano, siguen los aires de rearme, pero rearme militar. La industria de defensa que se plantea en Aragón con el acuerdo del Ayuntamiento de Zaragoza (declarada Ciudad de Paz en 1999), el Gobierno de Aragón (las Cortes aragonesas aprobaron la Ley de Cultura de Paz en Aragón en 2023) y el Gobierno de España, nos hace cómplices de la violencia y el sufrimiento de la población civil, el 90% de las víctimas de los conflictos (a día de hoy 56 en el mundo).
50 organizaciones han firmado el Manifiesto “Aragón por la paz, ni industria ni objetivo militar”. Razones éticas, humanitarias, sociales, ambientales y democráticas lo exigen.
El incremento en gastos de defensa de la Unión Europea nos hace replantearnos si estamos hablando de seguridad militar o seguridad humana, tristemente, se está optando por la primera. ¿De dónde se va a quitar ese dinero destinado a la industria armamentística? Evidentemente, de gastos sociales.
Europa, nuestra querida Europa, va a abandonar los valores que la han hecho ser fuerte, los valores de defensa de los derechos humanos…
¿Esa es la defensa y la seguridad que queremos? Hay que planteárselo.