
La nómina de visitas reales a Daroca es muy extensa y bien documentada. Primero fueron los reyes aragoneses de los que, según las crónicas, varios de ellos pasaron por la villa, aunque sus visitas no están debidamente registradas en los primeros casos. Sin embargo existen infinidad de documentos que relacionan con Daroca a Alfonso I, Alfonso II, Jaime I y, especialmente, a Pedro IV, quien, entre otros muchos privilegios dio a esta villa el título oficial de ciudad y el honorífico de Puerta Férrea de Aragón. También donó un relicario para los Corporales que hoy es una de las principales piezas de orfebrería de nuestro Museo.
En 1418, Alonso V vino a la ya ciudad de Daroca para entregar a su Cabildo un privilegio que concedía beneficios a todo peregrino que viniese a la ciudad el día del Corpus Christi. Y precisamente en ese día, pero de 1444 se postró y oró ante los Corporales Juan II.
El contacto de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, con Daroca es también innegable y abundante y al menos en dos ocasiones estuvieron presentes en la ciudad. En marzo de 1482 y el 25 de noviembre de 1495. En esta ocasión acompañados de una extensísima comitiva en la que se encontraban su hijo Juan y sus hijas Isabel, Juana, María y Catalina. Los Monarcas donaron una porción de oro, se dice, del primero que había llegado de América, con el que se construyó el magnífico relicario en el que se conservan los Corporales. El Cabildo, agradecido, regaló a la Reina la Hijuela de los Corporales, otro paño que junto al Corporal llegó a Daroca desde tierras valencianas el 7 de marzo de 1239.
El motivo de tanta majestuosa visita a esta ciudad, normalmente acompañados por sus familias, séquitos y extensas comitivas, fue sin duda orar ante los Sagrados Corporales, cuyos hechos se remontan a febrero de 1239, pero también la circunstancia de que Daroca estuviese en el Camino Real, prácticamente a mitad de camino entre la Corte de Madrid y el Mediterráneo, que lo fue hasta el s.XIX.
Ya como rey de España, tras la unión de los reinos de Castilla y Aragón visitó Daroca Carlos I, un 20 de enero de 1534, acompañado de sus hijos Felipe y María. En la Puerta Baja de Daroca, bajo el arco apuntado superior y el carpanel inferior quedó como recuerdo de esta visita el blasón con todos los cuarteles de los territorios que estaban bajo dominio español en aquel momento, adornado con el águila bicéfala, símbolo del Imperio.
También el hijo de este, ya mencionado, visitó Daroca como Rey Felipe II en febrero de 1585, y al igual que lo hiciese su padre, venía acompañado de toda la Familia Real, que “cruzaron la Mina” recientemente construida. El Cabildo habló a S.M. de la necesidad de caudales para sufragar la construcción del nuevo templo de Santa María, pero él respondió sonriente que “estaba ya muy bien tal cual era”, aunque con otras palabras. Se dice de este Rey que, tras contemplar la Puerta Baja, y una vez dentro de la población, dijo: “¿dónde está la ciudad de esta puerta?”, frase que otros autores atribuyen a Carlos I o incluso a Carlos III, ya muy posterior.
No hay constancia de que Felipe III visitase Daroca, sin embargo, en 1611 concedió un Privilegio al Cabildo de la Ciudad para recaudar fondos para la reparación de la Colegiata.
En cambio Felipe IV visitó Daroca al menos en cuatro ocasiones. Dicen que le encantaba escuchar el órgano de Santa María, magníficamente tañido por Pablo Bruna, el famoso “Ciego de Daroca”.
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