María Ángeles Sánchez, de la peña El Mirador del Jiloca, ha ejercido como primera pregonera de Bañón en las fiestas 2022
Este año tuve el inmenso honor de pregonar las fiestas de mi pueblo, Bañón. Y el honor fue doble porque, por una parte, representaba a mi peña, El Mirador del Jiloca, en la lectura de ese pregón y, por otra, tenía el privilegio de ser la primera mujer que subía al balcón del ayuntamiento para pregonar las fiestas ante sus queridos vecinos.
La lectura del pregón de fiestas en Bañón ha venido siendo realizada durante muchos años por algún miembro de la comisión y/o de la propia corporación municipal, hasta que en 2016 ambas entidades decidieron dar voz a las peñas del pueblo, empezando por la que tenía integrantes de mayor edad.
Hago un paréntesis para explicar que Bañón tiene una tradición de décadas en la constitución y aprovechamiento de las peñas, que se mantienen abiertas durante todo el año acogiendo comidas y cenas de los peñistas, celebración de nocheviejas y otros acontecimientos de sus miembros. Hay cerca de 20 peñas activas, bastantes, a mi entender, considerando que tiene un censo actual de alrededor de 150 habitantes. Pocas son las personas entre los 8 y los 80 años que no forman parte de una u otra peña. En un pueblo tan pequeño como Bañón son estos lugares, junto con el bar, los que hacen posible la comunicación y hermandad entre los grupos de amigos.
Tras cuatro años de lectura de pregón por los representantes de otras tantas peñas, llegó el turno de la nuestra. Cuando nuestro representante en la comisión lo comunicó al grupo, lanzó también la sugerencia de que fuera una mujer la que hiciera los honores. Sería de ese modo la primera mujer en realizar la lectura del pregón de fiestas de la localidad. Esta propuesta fue bien acogida por los miembros de la peña, que la dieron por definitiva. Y la elegida fui yo (vamos, que no me quedó otra porque mis queridas amigas peñistas se comprometían a subir conmigo al balcón para acompañarme, pero nada más). Y, sinceramente, recogí el encargo con satisfacción y me apliqué en la redacción del mismo. Y ellas hicieron mucho más, me dieron ánimo, me abrazaron, estuvieron a mi lado y lanzaron los chupinazos de comienzo de fiesta con el alcalde.
Puede parecer una cosa nimia eso de que una mujer lea un pregón en las fiestas de su pueblo, y quizá lo sea para los que están leyendo este artículo, pero quiero pensar que detrás de este gesto algo se está moviendo. Que hombres cercanos a la sesentena se sientan honrados porque una mujer les represente, me hace confiar en que los que vienen detrás seguirán ese mismo camino en pos de la igualdad.
Por otro lado, en el pregón hice alusión a que Bañón ha demostrado siempre, no hace mucho con su participación en el concurso ‘Menudo es mi pueblo’ de Aragón TV, en el que fue finalista, que es un pueblo acogedor, bien avenido, colaborador y solidario. Mientras duró el concurso, todos nos pusimos en marcha para mostrar que tenemos un patrimonio material e inmaterial de mucha riqueza y fue realmente una oportunidad de oro para que el nombre de nuestro pueblo resonara en los hogares aragoneses, quizá por primera vez.
También apunté que es verdad que a veces el tamaño del pueblo te hace carecer de servicios que sí tienen otras poblaciones más grandes, pero estas carencias materiales se suplen en la parte emocional y afectiva con un regalo que no tiene precio, el de conocer a todos los vecinos, saludarse y poder charlar en la calle, en el bar o en las peñas con cualquier persona con la confianza de conocerla de toda la vida. Ese es el valor de pertenecer a nuestro pueblo, el de sentirse en casa, arropado por tantos vecinos con los que has crecido, disfrutado y, también, ¿por qué no?, sufrido. Es el sentimiento de formar parte de una gran familia de parientes y amigos, que se quieren y ayudan, orgullosos de sus raíces pero a la vez mirando con ilusión hacia el futuro, que son todos nuestros jóvenes y niños, comprometidos ya con el pueblo.
Por último, hice alusión a los dos últimos años de pandemia, en los que ha sido difícil prescindir de las fiestas que tanto nos alegran y nos unen. Deseé a todos mis vecinos que se divirtieran y disfrutaran en armonía de las fiestas, recordándoles que había que colaborar en lo posible con la comisión para que todo saliera según lo esperado. Y, por último, agradecí también al ayuntamiento el trabajo del día a día para que todo en nuestro pueblo funcione tan bien como lo hace. En definitiva, orgullo de ser mujer y bañonera.