La joven Lydia Gallego Sánchez-Toril, integrante del grupo ‘Antenas Jiloca’, recuerda los mejores momentos del Encuentro de Antenas, celebrado en el CRIET de Calamocha en el mes de marzo y en el que se reunieron 60 jóvenes de 14 a 17 años de 10 comarcas aragonesas
Participantes en el Encuentro de Antenas en el CRIET de Calamocha
Un grupo de monitoras con muchas ganas y un gran número de adolescentes provenientes de todo Aragón, juntos, un fin de semana en Calamocha, ¿qué pasará?
El pasado 7 de marzo llegábamos las Antenas del Jiloca, un grupo de jóvenes emocionados por dinamizar actividades y cambiar nuestro pueblo, al CRIET de Calamocha para esperar la llegada de las Antenas del resto de Aragón. Estábamos nerviosos, con ganas de ver nuevas y viejas caras, cansados de organizarlo pero, sobre todo, entusiasmados por compartir un fin de semana con gente que tuviera las mismas ganas de cambio y hacer proyectos y movilizarnos que nosotros.
Tras su llegada el viernes repartimos las habitaciones, hicimos juegos para conocernos y cenamos. Nos dieron tiempo libre e hicimos una gymkana en la que teníamos que superar varios retos por grupos. Una sopa de letras, encontrar las diferencias, reconocer objetos de una bolsa… Las monitoras trataron de asegurarse que acabáramos cansados para que durmiéramos toda la noche sin molestar, pero nos seguían quedando fuerzas…
El sábado por la mañana hicimos sesiones de formación sobre el pensamiento crítico, cómo llegar a acuerdos y para conocernos más a nosotros mismos y, por fin, tras una mañana —no tan larga, pues los talleres fueron divertidos— llena de teoría llegamos al comedor deseando abalanzarnos sobre la comida y descansar un rato. Esa misma tarde las Antenas de Calamocha habían preparado una excursión y después de comer nos guiaron por el viejo lavadero y por un camino dedicado a autores aragoneses para acabar en un parque con patos. Para acabar el día, como ese sábado era 8 de marzo, día de la mujer, hicimos podcasts por grupos sobre ello y, además, grabamos un podcast con la directora del Instituto Aragonés de la Juventud, Cristina Navarro Alvira.
Por la noche, nos dividimos en grupos y nos metimos en distintos papeles para asistir a una fiesta… ¡en la que hubo un asesinato! Tuvimos que negociar y conseguir información hasta que logramos resolver el misterio. Y, bueno, llegó la última noche y nadie quería irse, así que decidimos aprovecharla.
El domingo por la mañana hicimos un juego de rol para poner en práctica todo lo aprendido y, como si fuéramos mercenarios, tuvimos que elegir portavoces en nuestros grupos para que transmitieran nuestras decisiones y llegar a un acuerdo entre todos para guiar al rey por un camino seguro y rápido. Comimos despacio para retrasar el momento de irnos, pero, finalmente llegó. Antes de irnos, desde el Jiloca hicimos una performance que habíamos organizado a raíz de un proyecto contra la guerra para tratar de convencer a otras Antenas de continuarlo en sus respectivas comarcas. Leímos palabras negativas sobre la guerra, nos quitamos las chaquetas para dejar ver camisetas ensangrentadas y, después de que una persona vestida de blanco leyera palabras de esperanza, leímos un texto explicando el proyecto y poniendo a la gente en situación de cómo se sufre realmente por los conflictos.
Sin embargo, el día iba llegando a su fin y entre un mar de lágrimas y despedidas, los autobuses fueron llegando y la gente se fue marchando de vuelta a su comarca.