El zaragozano Jorge González es uno de los jóvenes participantes en el Campo de Trabajo Internacional de Villarroya del Campo, que tuvo lugar el pasado verano, y recuerda esta experiencia como “dulce e intensa”
Jorge González, sentado el segundo por la derecha en la fotografía
Me llamo Jorge González, soy de Zaragoza, vivo en Torrero, y tengo 20 años.
Los trabajos que hemos desempeñado han sido el desbrozamiento y limpieza de un camino, junto a la elaboración de elementos decorativos que se usarán más adelante en celebraciones celtíberas. Digamos que estas han sido las tareas “visibles” o estipuladas sobre el papel que nos comprometimos a realizar. La otra parte de las tareas han ido en relación con el acercamiento con las personas y familias del pueblo. El intercambio entre “acampados” y “vecinos”.
Esta experiencia ha sido muy dulce e intensa. Como en todos los campamentos hay pequeños momentos de crisis, pero se han gestionado muy bien, nuestra maravillosa monitora y Rubén, trabajador de la Comarca de Daroca, nos han cuidado muy bien.
Por lo demás ha ido estupendo. Mari Carmen ha sido la mujer encargada de enseñarnos sobre desbrozamiento y limpieza de caminos. Con ella el trato ha sido genial, ella es muy buena profesora y muy cariñosa.
El resto del pueblo se ha volcado totalmente con nosotras. Hemos tenido una relación muy cálida y cercana con todo el pueblo, desde el más pequeño a la persona más mayor.
La comida ha sido un puntazo. Jessi y Pablo son la pareja que lleva el bar y nos han dado de comer. La verdad es que todas hemos disfrutado mucho de sus comidas. Especialmente las personas que venían de otros países y han podido comer todo tipo de la comida más típica y rica de la zona.
En cuanto a actividades (ya que no solo hemos trabajado) hemos realizado varias actividades culturales y lúdicas que nos han ayudado a conectar con personas de la zona y conocer la comarca Campo de Daroca. Entre estas han estado conocer el pueblo de Daroca, una actividad de circo con vecinos del pueblo o un taller de cómic con el dibujante Moratha, entre otras muchas iniciativas.
Anécdotas hay muchas. Algunas se pueden contar y otras no. Si me tengo que quedar con algo es con la fantástica sensación de cómo se transforman las relaciones entre los participantes. Empezando siendo desconocid@s cada uno de una parte de España, o incluso del mundo, y acabando siendo personas a las que puedes llamar amigos.
En definitiva, recomiendo a todas las personas jóvenes que se animen a realizar un campo de trabajo como este. Salir de casa, convivir y crear lazos con personas nuevas fuera de tu entorno y realizar un trabajo “altruista” para la comunidad hace que el conjunto de la experiencia sea inolvidable.
Además, con el respaldo de todas las maravillosas personas que se encargan de gestionarlo, todo se hace súper fácil.