Como cada año te escribo esta carta padre, cuarta desde que marchaste a la Cañadilla, para entregarte la crónica de los últimos meses. Me pregunto si hay algo que no sepas, más cuando tiempo atrás llegó tu amigo Manuel.

¿Quién se acuerda de lo que llegó a suceder el año pasado? Ni aun el cronista si no echa mano a lo escrito. Allá por enero se vino a poner fin a la pandemia con un homenaje a la solidaridad calamochina y los fallecidos. María La Colina se me acercó y me dijo: “De cojón maño, has estado de cojón”. Pero recordaré aquel mes porque nos dejó Jane Austen y aquel año por que acabaría siendo terrible. Ahora que todo lo apunto me doy cuenta: Los años se llevan poco y nos dejan los mejores. Hizo frío, un invierno de los de sesenta años atrás, cuando dios mandaba. Cascaron 29 hielos seguidos, pero hoy quien pasa frío es porque quiere pues no se nos ocurrió otra cosa mejor que poner en marcha La Máquina del Frío. Fue año Batallador y aunque nadie se acuerda de los derrotados, yo he de hacerlo con Vizárraga y con él mencionar al Ecce Homo, que celebró su 75 aniversario, para una cofradía vendría a ser su mayoría de edad.

Fue también año de elecciones y el líder de la derecha más derecha paró en Calamocha, pero tan solo a tomar café. El día de Viernes Santo fuimos casi 343 los calamochinos que salimos en procesión. ¡Ojalá todos los días fuesen San Roque! Pocos días más tarde, cuatro alemanes se “manifestaron” en contra de la llegada del matadero. La pancarta en alemán clásico, para que pudiésemos entenderles, decía: “¿Quieres esa mierda?” Para mi sorpresa el alcalde los recibió, supongo temeroso de dios y la prensa que andaba detrás dando coba a los forasteros que bien saben lo que le conviene a uno.

La Jamón Bike cumplió su décimo aniversario por todo lo alto. Con calor y sin lluvia llegó mayo y las elecciones al Ayuntamiento. El 17 cayó el último hielo y Manolo Rando, que por estas fechas en las que escribo cumple nueve años como alcalde, renovó el cargo, esta vez sin mayoría absoluta. “Es cosa de todos” diría al ser investido cuando se cumplían 10 años de aquella pedregada, a él le cayó otra comenzando un largo y cálido verano que poco a poco se va diluyendo. Al tiempo dejó de ser presidente de la Diputación de Teruel y se votaron las autonómicas y si comparas unos resultados con otros, ya te puedes imaginar.

Hacía calor y la piscina no abría. Julio tiñó de luto la villa, “las familias rotas y el pueblo triste” dijo Manolo. La carnicería La Despensa cumplía 40 años y anunciaba, salvo milagro que no llegó, que en diciembre cerraba por jubilación. Y a Luis el del Rincón, le robaron el taladro de la puerta del bar, ¿quién roba algo que sirve para trabajar? se preguntaba.

Y por fin abrieron las piscinas y hacía el mismo calor de día que de noche cuando llegó el primer pleno ordinario y se trataron de usted como en la corte. Y acabó el mes con un ¡Viva Calamocha! dado por La Clavilla en un acto, por fin, perfecto en torno al Seisado, la villa puede estar tranquila con sus jóvenes. Con don Emilio Benedicto mantenedor sentando cátedra en torno a lo que fue, es y debería ser la villa. Comenzaba agosto y por hablar de algo ni aun chaqueta fue menester, ni caracoles salieron. Las fiestas: ¡un éxito! Hubo hasta una corrida de toros, se agotaron los bonos de los espectáculos y los bailadores se quedaron sin comer vaca. Nunca había pasado ni lo uno ni lo otro. Pero tú ya sabes por dónde voy papá, habría quién en Nochevieja cenaría vaca. Ya en septiembre prosiguió la operación acera y por fin el Archivo de Calamocha se hizo cargo de los negativos de Gerardo Sancho y visitamos el Martinete, ardió la hoguera y Manolo tomó la baja por enfermedad, Sonia ejerció de alcalde y en el pleno dijo “Volverá más fuerte que nunca” y a lo que quisimos darnos cuenta se nos fue el verano, que no el calor, pues comimos tomates en todos los santos mientras se inauguraba el Museo de las Piedras y uno escribía a la comunidad islámica de la villa en busca de ayuda para la crónica.

Los largos y aburridos plenos como las sesiones de la corte eran vistos en Calamocha TV por cientos de personas y duraban días y días. Pasada la feria del bacalao, por fin heló 174 días después de la última vez cuando ya casi se inauguraba la piscina cubierta. No habría cesta en el bar del Matadero y se iba arreglando el tema de las basuras, que todo hay que repetirlo, es competencia comarcal. Se me olvidaba, en julio hubo elecciones generales, “menuda zarramenchería” dijo mamá viendo el debate de investidura que ganó de nuevo Pedro Sánchez. El 17 de diciembre del corriente AEMET dio como mínima para la villa -4.2ºC, si bien la cautela dicta esperar sesenta años para confirmarla. Lo mejor sin duda fue que nació una estrella, Jesús San Roque, quien nos mantuvo atentos a la pantalla enseñándonos a cocinar mientras volvía al tajo el alcalde y en el pleno despedía el año deseando: “Salud para todos y que el 2024 dé frutos para Calamocha”.

Mama está bien. El resto sin novedad. Pablo y Cecilia han acabado la universidad. Sofia y Alba siguen en ella en Valencia. Nosotros ande siempre.
Las nueras, aun no siendo de la familia te mandan recuerdos y todos un abrazo gigante a Manuel y los mejores con quienes podrás alparciar de cuanto he venido a contar.

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