Amadeo B., vecino del valle del río Jiloca, reflexiona sobre los principios del amor y comparte su punto de vista sobre las relaciones interpersonales, haciendo hincapié en las de ámbito familiar con los propios hijos, así como en el amor propio

El otro día, estando en la cocina tomando un café con galletas, mi compañera me comentó que ya no se escriben cartas como las de antes expresando el sentir y deseos hacia quien iban dirigidas.
Los encabezamientos y despedidas que ahora parecerían ñoños, entrañaban un respeto y un afecto que, aun siendo una carta de desagravio o queja, en sí misma se notaba un deseo de no dejar que se notase un ápice de resentimiento o malversión, hacia quien iba a ser su receptor.
Creo que después de haber reflexionado sobre este comportamiento en la comunicación con nuestros semejantes, se notaba un anhelo de diferenciación efectiva, de nuestros congéneres del reino animal al cual pertenecemos.
En el transitar de mi vida por este mundo que habitamos, he llegado a la conclusión de que el amor no es una dotación natural en el hombre, varón o mujer, sino que es un trabajo arduo y laborioso con uno mismo y con los demás.


Las relaciones personales con los próximos, familia cercana, no digamos la lejana, a veces deja mucho que desear por mi parte, después de medir mi comportamiento con otros parámetros distintos a los que empleaba, por educación aprendida o impuesta; el resultado no es muy halagüeño.
Hace un tiempo relativamente corto, ya que a estas alturas de la existencia el tiempo ha dejado de tener prisa, ya no pasa sobre ti, tú pasas sobre él, sino él, no se mueve, la silla está en el mismo sitio, el salero no se ha movido, el polvo se ha acumulado encima del televisor, se te fue el santo al cielo.
Bueno, como iba diciendo, escuché un chascarrillo de una persona más o menos como yo, que llevó el móvil para arreglar a una casa de aparatos electrónicos. Cuando fue a recogerlo le dijeron que estaba bien, que no le pasaba nada. El señor se quedó mirando el móvil y comentó: ¡Entonces, porqué no llaman los chicos!
La contestación a esta pregunta daría para una buena conversación y creo que para un buen rato con sus pros y sus contras, claro está, con la tabla de valores recibida de qué es el amor y como manifestarlo.
Como ya comenté anteriormente, el amor no es una dotación natural en el hombre. Probablemente a esta persona en cuestión le pasará como a mí y a otras muchas de las comarcas donde habitamos, que nuestros hijos viven en las ciudades, que nos esforzamos para darles una mejor educación y vida más confortable que la nuestra, creyendo que era lo mejor, pero por mi parte me olvidé de darles tiempo de presencia, ellos tenían de todo y presencia de otros, pero no de la mía, en el grado que se llegue a sentir nostalgia por la falta de presencia física.
Así que, admitiendo y aceptando una realidad vivida, los principios del amor que yo tenía en mente no eran los principios solventes.
Ahora contemplo el teléfono móvil y marco las teclas esperando oír las voces de ese pasado lejano y cercano a la vez, queriendo reparar un tiempo perdido que no puede volver, ya se marchó.
Sabiendo que el tiempo no envejece, que envejece mi cuerpo, que la silla, la habitación entera no se ha movido ni un centímetro desde que se puso la colcha en la cama, para cuando vengan los chicos.
Los nuevos parámetros son muy parecidos a los viejos, pero distintos a la vez, ya que ahora resultan absolutos; son cuatro puntos.
Los cuatro puntos que voy a detallar son muy, pero que muy antiguos, me tengo que remontar hasta el abuelo Sócrates, que ya por aquellos tiempos estaba enredado con el asunto de la verdad, por eso en lo relativo al amor también empleó su tabla de valores con la que podemos medir con ponderación, que grado de amor sincero podemos dar; o damos.
Así que, recapitulando ya que tengo tiempo para ello, son cuatro los pilares del amor que quisiera exponer a mis conciudadanos y a mí mismo, ya que el amor empieza por uno mismo, porque nadie puede dar lo que no tiene, dará sólo buenas intenciones, pero estas sirven para poco. Cuando esas relaciones son superficiales, vacías de contenido sin profundizar en esencia, contemplo en mi interior, que lo que merece la pena experimentar es la verdad, la belleza y la bondad, que solo pueden emanar de estos principios del amor.
1º.- No mentir, ni mentirse a uno mismo y olvidarse de las mentiras piadosas.
2º.- No juzgar ni juzgarse severamente a sí mismo.
3º.- Dar el tiempo y presencia sin esperar recompensa.
4º.- Dar otra oportunidad
A simple vista, llevar una conducta y comportamiento con arreglo a estos cuatro apartados parece simple, pero les aseguro que no es nada fácil.
Hacer de estos puntos una dotación natural como el olfato, gusto o tacto, que están puestos de serie, me resulta como mínimo chocante, las veces que tengo que reírme de mí mismo.
Todas las expresiones sobre el amor que sean vertidas tienen su significado etimológico y explicación en nuestro diccionario de español. En él están plasmados un montón de conceptos de amor con los cuales transcurrió mi vida física y mental. De la otra vida espiritual ya hablaremos en otra ocasión.
Sin más se despide de usted su más y siempre, su fiel servidor.
Amadeo B.

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