El propietario, natural de Torrijo del Campo, prevé finalizar la obra en verano

Mural del interior del templo que homenajea a la familia del torrijano Jesús Aranda, con la imagen de él mismo, su hermano y sus padres
Desde el comienzo de la restauración de la ermita del despoblado de Villacadima de Nuestra Señora de los Dolores han transcurrido tres años y en estos primeros meses de 2025 se está desarrollando la última fase. El promotor de la obra y propietario del templo, Jesús Aranda, prevé que concluya el próximo verano.
“Me gustaría que fuera a principio del mes de septiembre”, precisa el impulsor de la rehabilitación, de la cual es el único responsable y la que está llevando a cabo a través de una fundación, de la que él mismo es el patrono.
Aranda es natural de Torrijo del Campo, sigue vinculado con el municipio y reside en Pozuelo de Alarcón. Afirma estar satisfecho con la labor de recuperación de la ermita, cuyos trabajos se están llevando a cabo por parte de Andrei, vecino de Torrijo y gerente del restaurante Ailant de esta localidad jilocana. “Él ha hecho la mano de obra de la restauración, y la pintura y los murales del interior se hicieron el año pasado a cargo de un pintor cubano”, ha detallado Jesús Aranda.
Dichos murales se han decorado de una forma “alternativa”, señala, “es decir, varios estilos pictóricos, desde realista, modernista, cubista… En uno de los laterales, mirando el altar, está representada la iglesia de Torrijo y los que son más modernistas son copias de pintores de finales del siglo XIX”, detalla.
Destaca el diseño de una de las pinturas: los retratos de los familiares del propietario. “De mis padres, mi hermano y yo mismo. ellos fallecieron, por lo que a cada uno se le ha puesto un símbolo que representa que ya no están entre nosotros”, explica. El lugar es la herencia que Aranda posee de los tres, por lo que trazar sus rostros junto a la iglesia de Torrijo del Campo es un homenaje a su legado. Les dedica este espacio del interior de la ermita, donde también se pueden leer unas emotivas palabras: “En sueños nos reencontramos, paz y ternura. El tiempo en esta vida no fue suficiente”.
Por otro lado, durante la ejecución de las obras se hallaron restos de personas que fueron enterradas en este emplazamiento de Villacadima, por lo que se procedieron a recoger sus huesos y se colocará una placa indicando su ubicación.
También se ha guardado una cápsula del tiempo, en la que se han introducido objetos representativos y de utilidad actualmente, “para que cuando se abra dentro de cien años puedan entender, junto con textos, revistas y periódicos, cómo era nuestra vida”, comenta.
El objetivo de la restauración ha sido evitar el deterioro y reconstruir el templo ubicado entre Torrijo y Monreal del Campo. De cara al futuro, Aranda pretende abrirlo al público e instalar un sistema de luces y sonido para convertir la visita en una experiencia única.