En 1948 se celebraban en la plaza de Santiago becerradas con aficionados locales que lidiaban y daban muerte a sus novillos, y tras la lidia se soltaban vaquillas para los aficionados más atrevidos. Hubo entonces un gran incremento en la afición y comenzó a hablarse de construir una plaza de toros fija, y el entonces alcalde, Adolfo Inigo, lo propuso al Concejo, recomendando como lugar idóneo la zona del antiguo “Campo del Toro”, entre la Puerta Alta y el Torreón de los Huevos, pero fue desestimado al considerar que “estaba muy próximo al castillo y mucha gente podría ver los festejos desde él sin necesidad de pagar”, decidiéndose entonces por una parcela junto a la “Boca de arriba de la Mina”.
Alcalde y concejales hicieron personalmente una encuesta sobre esta decisión entre la ciudadanía, que resultó muy satisfactoria para la mayoría, y las obras comenzaron casi inmediatamente bajo la dirección del maestro albañil Mariano Campos. Su construcción costó unas 70.000 pesetas y se contó con la colaboración de los vecinos, unos con donativos y otros trabajando desinteresadamente con la ilusión de verla terminada para el próximo Corpus Christi, como así fue, aunque faltarían algunos detalles que se fueron completando posteriormente.
El 15 de junio de 1949 la plaza de toros fue bendecida, siendo la inauguración oficial al día siguiente, día del Corpus Christi, con la plaza completamente abarrotada y una magnífica novillada cuyos espadas fueron el darocense Victor Cubel Gil y el jovencísimo Braulio Lausín, hijo del matador de toros del mismo nombre “Gitanillo de Ricla”. Al día siguiente, Heraldo de Aragón se hizo eco de la inauguración de la nueva Plaza de Toros de Daroca con la correspondiente crítica taurina sobre las faenas de los dos “maestros”.


El primer empresario de la plaza, Conrado Vicente, ganó la adjudicación con una puja de 9.025 pesetas, cantidad que el Ayuntamiento invirtió en la construcción de gradas en la plaza, que hasta ahora no existían, sino unos simples asientos de tierra. Posteriormente fue empresario de la plaza Manuel Sobreviela, que siguió organizando festejos en las fechas más señaladas, sin embargo, empezaba a apreciarse cierto desánimo en la afición, aún así no dejaron de celebrarse espectáculos taurinos en los años siguientes, llegando a torear en Daroca algunas figuras de renombre, ya en momentos bajos de sus carreras. El Bayas, José Luis Palomar, Justo Benítez, Raúl Zorita, Morenito de Maracay o Rafi Camino entre otros.
Sin embargo, en los años siguientes, por una serie de circunstancias, incluido el derribo accidental de una parte de la plaza de toros, los aficionados taurinos de Daroca nos vimos privados de este tipo de festejos en nuestra ciudad, con la excepción de algún año en el que para el Corpus se ofreció alguno en una plaza portátil. Mencionábamos a Manuel Sobreviela, como empresario, pero también fue un gran aficionado que llegó a participar como “torero” en varios festejos junto al ya mencionado, Victor Cubel, pero hubo otros muchos que aun a riesgo de olvidarme de alguno quiero aquí mencionar: Manuel Blasco, Mariano Rufat, Jorge Inigo, Pablo Charles, Carmelo Saldaña, Silvestre Tobajas, y más tarde Miguel Ángel Guerrero. Ninguno de estos pasó la línea de aficionado, pero todos ellos fueron valientes y entusiastas de esta fiesta.
Actualmente, junto a la carretera, queda como mudo testigo, la maltrecha Plaza de Toros de Daroca, construida con un aforo de 1.600 plazas para una localidad de unas 4.000 almas. Sin embargo, la opinión de un sector de la ciudadanía de Daroca es favorable a su recuperación, aunque solo sea por respeto a nuestros antepasados que pusieron todo su empeño y esfuerzo en levantarlo.

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