Muchas son las poblaciones que han dedicado textos y versos a sus Patrones. Un estilo muy extendido en otros tiempos era el de los denominados “gozos” dedicados a alabar al santo o santa en cuestión; algunos eran en prosa, pero la mayoría lo eran en verso, sin embargo todos trataban de reflejar las virtudes de aquel a quien iban dirigidos. Se recitaban en público en los días previos al Patrón y el día de la fiesta y la persona o el lector solía ser miembro de la Hermandad o Cofradía del Santo y se consideraba un honor ser “lector” de los gozos.


Daroca y sus Sagrados Corporales tuvieron también sus “gozos”, en los que se explicaba todo el proceso milagroso desde la batalla contra los moros hasta la llegada a la villa del Paño Sagrado. Existen algunas versiones impresas que seguramente se hicieron a partir de algún manuscrito. Transcribo aquí uno de ellos, tal cual, sin alterar nada en su ortografía y en su estilo.
“El celo de vuestra ley y la aversión a Mahoma incendios al rostro asoma de Jaime el invicto Rey, al vencedor de Albucey vence en batalla campal. Daroca con ardimiento, Calatayud y Teruel, contra el bárbaro Zaén se ponen en movimiento. Mas antes buscan aliento en el Pan Sacramental. Seis Formas se han consagrado para los seis Capitanes, cuando el moro hace señales al combate ha convidado. El sacerdote turbado deja el estruendo marcial. La divina Providencia vigilante en casos tales, las reserva en Corporales, las inspira en vehemencia, las conduzca a la eminencia y oculte en un pedregal. Disparando como sol de allí al campo de batalla, vuestro reflejo avasalla todo sarraceno ardor; Al cristiano dais valor y constancia sin igual. Pocos eran los cristianos y los moros un abismo, mas la victoria vos mismo la disteis a nuestras manos, asusta el eco mortal. Revistando sus reales con singular regocijo hallan el número fijo los cristianos capitanes: Ni á uno de sus militares tocó la parca fatal. A la piedra del desierto donde os reservó el rector se dirigen con ardor rebosando de contento: No quiero otro sustento sino solo el celestial.


Los Corporales teñidos en sangre mira el Rector y las formas con primor brotando corales vivos: Embaraza sus sentidos el temor reverencial. En suspensión deliciosa los capitanes se hallaban, y apenas crédito daban a visión tan prodigiosa: La tropa clama gozosa y con afecto cordial. En contienda más gloriosa que la manzana de oro se pone nuestro tesoro, Daroca es la venturosa: Tres veces le hace dichosa una suerte principal. En una joven mulilla resuelven acomodar al que añade sin cesar. Tras una otra maravilla: Donde pare, sin rencilla se ha de fijar su sitial. Como príncipe de Edom Teñidas sus vestiduras, deja el Dios de las alturas las márgenes del Codol: Y en su carrera cual sol llena de esplendor real, setenta leguas camina la mulilla sin comer, todos la salen a ver mas ella a nadie se inclina. En Daroca, aquí termina vida y viaje el animal. Los Ángeles cantan Gloria de Daroca en el portal, que como icono imperial hace ostentación notoria: Y eterniza su memoria en el mundo universal. Venid leprosos, obsesos, Ciegos, baldados, heridos, sordos, mudos y tullidos, cojos, locos y sin seso: En Daroca con exceso tiene cura todo mal”.


En los textos originales los versos van separados y entre ellos una réplica que el público repetía cuando el lector lo indicaba. Así entre verso y verso la gente coreaba frases como estas: “Peregrino celestial Árbitro de las naciones. Recibid los corazones de vuestro pueblo leal”.

Comparte esta Noticia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *