El jueves, 14 de septiembre de 1572 nació en Daroca un hombre que, siendo niño, se aficionó a observar a los pájaros de su entorno. Mientras que los “zagales” de su edad se dedicaban a cazar palomas y gorriones, Francisco se limitaba a contemplarlos con una paciencia inusidada para su edad y no tardó mucho en saber distinguir a las distintas especies.
Con el tiempo, Francisco Marcuello, tras estudiar en el seminario de Huesca, se hizo sacerdote y llegó a ser canónigo de la Colegiata de Santa María de su ciudad natal y racionero de la iglesia de Santiago, una de las parroquias más populosas de Daroca en esa época de principios del siglo XVII. Marcuello fue un incansable estudioso de todo lo concerniente a su ciudad, de la que llegó a escribir varios textos, incluida una “Historia de los Sagrados Corporales…” Sin embargo, lo que le dio fama internacional fue el fruto de sus estudios e investigaciones que tuvieron su origen en aquella afición que comenzase desde niño observando los “pajarillos”.


Tras muchos años de esa paciente observación y profundos estudios en viejos textos y pergaminos escribió un libro de 100 capítulos con 200 páginas que tituló “Historia Natural y Moral de las Aves”. Fue editado por Juan de Lanaja y Quartenet en 1617 y contenía además decenas de dibujos, aunque a decir verdad, estos no tenían la misma calidad de los magníficos textos que ilustraban. En estos grabados aparecen todo tipo de aves, incluso las denominadas fantásticas como el pegaso o las arpías. También menciona en sus páginas al avestruz, asegurando haberla visto en Daroca con gran asombro del vecindario.
El primer capítulo nos muestra al águila, considerada por el autor la “señora de los cielos y reina de todas las aves”. En el libro aparecen aves muy familiares y domésticas y otras que solo pueden verse desde muy lejos, algunas incluso extrañas y desconocidas. Unos capítulos son poco más que breves reseñas, otros son de mediana extensión y los hay de generoso contenido, los que hacen referencia a las aves más conocidas. No se limita el autor a describir únicamente al pájaro en cuestión, sino que explica las cualidades que se le atribuyen, incluso indica, no en todos los casos, los diferentes nombres con los que se les conoce en distintos lugares. Por ejemplo, el águila, en italiano es aquila, en hebreo nescher, en francés aigle y en alemán Adler.
Y como todo buen libro tiene también una magnífica portada y portadilla que incluye un retrato del autor con un pequeño blasón familiar. Sin embargo, el libro tuvo ya en su época sus detractores que argumentaban que tenía poco valor científico, que era más bien un tratado de Moral y no de Ornitología, sobre todo si lo comparaban con autores europeos de su época e incluso anteriores como Belon o Aldrovandi. Aún así, este libro sobre aves está considerado un trabajo de gran interés por ser una obra clásica en esta materia y por sus citas de aves aragonesas, especialmente en la zona de Daroca. Describe el autor unas cien especies españolas y de otros países de un modo extraordinario, tanto el aspecto puramente natural como lo relacionado a curiosidades y leyendas, estableciendo comparaciones de su comportamiento con la moral pública y religiosa de los humanos. Los datos más sorprendentes y llamativos que aporta este libro, según ornitólogos posteriores, incluso actuales, es su estudio sobre el francolín y la inclusión del murciélago, y sin duda el más meritorio es que muchos años después, en 1989, ICONA hiciese una reedición del mismo.

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