Comenzando en Cadaqués el 25 de septiembre de 1668 y terminando en la Coruña el 19 de marzo de 1669, este noble italiano recorrió nuestro país, acompañado de un numeroso séquito compuesto por sirvientes, secretarios, soldados y un afamado arquitecto florentino, que además era un gran dibujante y pintor, llamado Pier Maria Baldí, que fue el encargado de ilustrar el viaje con excelentes dibujos panorámicos pintados a la acuarela, de aquellos lugares, aldeas, villas y ciudades por las que discurrió la ruta. Daroca, Mainar, Used y otros muchos lugares quedaron reflejados en esas magníficas imágenes. La de Daroca sirvió de ilustración en el libro Historia de Daroca del P.José Beltrán de 1949, así como en otras publicaciones posteriores, incluso en una fuente de la ciudad. Los originales de estas pinturas se encuentran en la Biblioteca Laurenciana de Florencia.

Volviendo al viaje, y ya en tierras aragonesas, comenzamos en el 12 de octubre, día en que la comitiva se encontraba en Bujaraloz, para dos días después, el14, estar ya en Zaragoza, oyendo misa en la iglesia de Santa Engracia. En la capital permanecieron varios días según queda reflejado y explicado en sus paseos por la ciudad. Al día siguiente acudieron al convento de San Francisco donde participaron también en una Eucaristía. El 16 de octubre, muy temprano salieron de Zaragoza por la Puerta de Santa Engracia para tomar el Camino Real en dirección a Daroca. Atravesaron las tierras de Cuarte, Santa Fe, Mozota, Muel, Longares, deteniéndose en Cariñena, en donde hicieron noche. Al día siguiente, nada más salir el sol, la comitiva salió de Cariñena con dirección al Puerto San Martín, actual puerto de Paniza, que atravesaron sin grandes dificultades, pasaron por Villarreal, sin detenerse y poco después cruzaron por el centro de Mainar, continuando su camino hacia Daroca a donde llegaron a primera hora de la tarde del 17 de octubre de 1668.

En la ciudad, Cosme de Médicis fue alojado en casa de los señores Marci y el resto de la comitiva en diferentes lugares. Tras descansar durante un breve tiempo en sus alojamientos, pasearon por algunas de sus calles, recorriendo completamente la calle Mayor desde la Puerta Alta hasta cruzar el arco de la Puerta Baja, la que conduce hacia Castilla y que describen como “majestuosa y magnífica”. Desde aquí, a pocos metros, se acercan a contemplar el tímpano de la iglesia de San Marcos. Don Cosme tenía especial interés en ver el lugar en donde se representa a la mula que trajo a Daroca los Santos Corporales.

Los cronistas que acompañan al duque describen fielmente la situación geográfica de Daroca, “situada entre montañas muy escarpadas y pedregosas sobre las que se extiende una antigua muralla con gruesas torres”. Llama poderosamente la atención de los viajeros lo que definen como: “al entrar, a la mano izquierda, se ve una abertura hecha en la montaña que la atraviesa para liberar la tierra de inundaciones”. Mencionan también una piedra de molino, cerrada con una cadena, en un rincón público con una placa que dice “la muela del milagro”, que según les contaron los lugareños salvó a Daroca de desaparecer bajo las aguas en una tremenda riada.

Al día siguiente, a muy temprana hora, acudió don Cosme con un abultado grupo de acompañantes a la Colegiata, y en su magnífica capilla, adoraron el Santísimo Misterio, tras lo cual fueron acompañados hasta la puerta del templo por autoridades eclesiásticas y concejiles en donde se produjo una emotiva despedida, para inmediatamente después incorporarse a la comitiva que ya esperaba y partir en dirección a Balconchán y Used, para entrar en Castilla por Embid.

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