POR PASCUAL SÁNCHEZ

Con este apelativo fue conocido durante años un hombre de Used, colchonero de profesión, que fue detenido el 9 de junio de 1939 en Zaragoza acusado de graves delitos, entre ellos el de haber participado en varios asesinatos en la retaguardia republicana durante la pasada guerra.
Al iniciarse el conflicto este hombre estaba trabajando en la comarca de Fraga y se incorporó a las Brigadas de Investigación y Vigilancia que, especialmente al principio de la contienda, se dedicaron a perseguir a las personas consideradas de derechas o con sentimientos religiosos y participó en la conducción de presos al cementerio para ser fusilados en sus tapias.


Más tarde se alistó en un batallón dedicado a las fortificaciones como suministrador de materiales moviéndose en esa época entre varios pueblos de las provincias de Huesca, Zaragoza, Teruel y Valencia, hospedándose en casas particulares donde, curiosamente, dejó una buena impresión.
La policía de Zaragoza, tras su detención, pidió informes al puesto de la Guardia Civil de Daroca sobre este individuo y la respuesta fue determinante para encausarlo. “Mientras vivió en Daroca, este sujeto estuvo considerado un elemento peligroso con pésima conducta pública, política y religiosa, asiduo a las tabernas de la Ciudad en donde destacó por su carácter brabucón y provocador, alardeando de sus ideas extremistas”.


Sin embargo, añade la Guardia Civil en este informe, no llegó a estar acusado de ningún delito contra las personas aunque si intentó provocar una huelga agrícola en su pueblo natal en el verano de 1935 que fue impedida por los propios vecinos.
Finalmente “El cantador de Daroca” fue formalmente acusado y trasladado a la cárcel de Huesca donde fue sometido a un Consejo de Guerra el 17 de noviembre de 1939.
La acusación presentó varios testigos que aseguraban su pertenencia a las mencionadas Brigadas, así como su participación en el asesinato de 4 hombres de Fraga, dos de ellos padre e hijo, que fueron “sacados a pasear” una noche, apareciendo sus cadáveres en una cuneta a la mañana siguiente.
También estaba acusado de otros asesinatos, incluido el del juez de Velilla de Ebro, del que según varios testigos alardeaba de haberle dado muerte “yo mismo maté a ese pequeñajo, lo llevamos a dar un paseo y al llegar a un punto en la carretera entre Fraga y Caspe lo bajamos del coche a la fuerza y le pegamos dos tiros y ahí se quedó, tirado en la cuneta”
Varios testigos más afirmaron de él que era un hombre con instintos sanguinarios dispuesto siempre a llevar a cabo los actos más vandálicos y “paseos”, como el caso de un cura de Fraga, al que detuvo y fue fusilado al día siguiente.
El acusado se defendió justificando que la guerra le sorprendió trabajando en Fraga y un numeroso grupo de paisanos fuertemente armados le obligaron a unirse a ellos bajo la amenaza de ser fusilado si no lo hacía, sin embargo los informes de la Guardia Civil de Fraga afirmaban que el acusado participó activamente en los grupos de milicianos que tuvieron atemorizadas a todas las poblaciones de la redolada y que no había ninguna duda de su participación en los asesinatos antes mencionados.
Su abogado defensor presentó a una paisana del acusado que traía informes favorables al colchonero de algunos responsables políticos de las localidades de Used y Daroca, pero no sirvieron de mucho en su defensa ya que el 18 de febrero de 1942 este hombre fue condenado a muerte y, meses después, en la madrugada del 30 de septiembre se cumplió la condena en las tapias del cementerio de Huesca, siendo pasado por las armas “El cantador de Daroca”.

Comparte esta Noticia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *