Últimamente cuando leemos o escuchamos mencionar al Barón de La Joyosa pensamos en una botella de vino, sin embargo detrás de ese cargo nobiliario estuvo Marcial-Antonio López Quilez, un darocense nacido en esta ciudad en 1788 y bautizado en su parroquia de San Juan el 30 de junio de ese año, siendo el mayor de los 8 hijos del farmacéutico Pedro López, natural de Peracense y de la darocense Francisca-Cenona Quilez Cebrián.
Comenzó su formación en las Escuelas Pías de su ciudad natal, posteriormente en Zaragoza y más tarde en Alcalá de Henares, en donde se licenció en Derecho. Durante esa época participó en numerosas tertulias literarias y políticas junto a Ramón Salas, Menéndez Valdés, Muñoz Torrero, Toribio Núñez y otros. Fue socio de pleno derecho de las Reales Sociedades Económicas desde 1815, y en 1820, al iniciarse el “Trienio Liberal”, fue elegido diputado a Cortes por Aragón, llegando a ser su secretario durante el primer periodo de las mismas, cargo con el que el darocense ganó fama de ser firme en sus convicciones, gran orador de voz “recia” y gestos enérgicos.
Sin dejar de ejercer sus tareas políticas, durante ese tiempo tradujo varias obras de política y derecho natural de prestigiosos autores extranjeros.
Acabado el breve periodo liberal, al igual que muchos compañeros, tuvo que abandonar el país durante unos años para eludir la venganza de Fernando VII para con los partidarios del liberalismo.
De nuevo en España, se mantuvo durante algún tiempo retirado de la vida cultural y política en Villanueva de Jiloca, el pueblo de su mujer, Matea Abad, hasta la muerte del felón rey Fernando en septiembre de1833. Entonces volvió a la élite social, intelectual y política ocupando cargos de relevancia bajo el reinado de Isabel II. Fue miembro del Consejo de Estado de España y de las Indias, secretario de la Reina Madre María Cristina y catedrático de la Universidad Complutense de Alcalá de Henares, siendo el impulsor de su traslado a Madrid en 1836. En ese mismo año fue académico de la Real Academia de Historia y ocupó el sillón “S” de la Real Academia Española, de la que fue director entre 1845 y 1849 y miembro también de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y su secretario entre 1834 y 1855.
El título nobiliario de Barón de La Joyosa lo obtuvo Marcial-Antonio en 1838 al comprar unas tierras que llevaban incorporada dicha baronía en el término de La Joyosa, en la actual Comarca de la Ribera Alta del Ebro, tierras en las que en poco tiempo revitalizó notablemente su agricultura, mejorando las técnicas de cultivo y creando una Escuela Práctica de Agricultura en la que se formaron jóvenes que mejoraron en la práctica las obsoletas técnicas agrícolas con métodos modernos. Esta fue para él su mayor obra, seguramente concebida en recuerdo de la situación real de la agricultura en Daroca en aquella época, algo que conocía muy bien de su juventud y su vinculación familiar.
Estas actuaciones le hicieron merecedor de dos grandes premios: Caballero de la Real Orden de Caballería de Carlos III en 1839 y la Gran Cruz de Isabel la Católica en 1849. El título nobiliario de Barón de La Joyosa había sido creado el 22 de julio de 1484 por el rey Fernando el Católico. La Regente María Cristina lo rehabilitó para Marcial Antonio López Quilez el 7 de diciembre de 1838.
El barón de La Joyosa falleció en Madrid el 30 de abril de 1857 a la edad de 69 años. Actualmente el título está en posesión de María Josefa Crespi de Valldaura y Cardenal.