Impulsados por la situación de crisis económica y de medicamentos del año 2017, asumimos que la mejor decisión era salir con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta de nuestro hermoso país, Venezuela.
La protagonista de esta historia se llama Carolina Mora (nombre ficticio), una señora de 44 años de edad con su esposo e hija. Se formó en su país como docente en educación preescolar y se desarrolló como especialista en Desarrollo Integral del Niño de 0 a 6 años.

Durante muchísimos años trabajó en el Ministerio de Educación en el que comenzó a desempeñarse desde los 18 años de edad. Es oriunda de Caracas, proveniente de la parroquia de Coche, en la que su formación es ser especialista en el desarrollo integral del niño, era esa su gran pasión, el interactuar con la comunidad educativa de su sector. Pasión y labor a la que tuvo que renunciar en el 2017, cuando su país se convirtió en una lucha de poderes políticos, alto costo de vida, devaluación de la moneda y escasez de medicamentos, además un duro golpe familiar. Sin pensarlo tuvo que huir junto a su esposo e hija a otro país. Afirma que no fue fácil para ella tomar la decisión de salir de su país, de hecho, estuvo unos meses meditando su decisión. Lo que le hizo llevar a la práctica su partida fue querer una mejor vida, medicinas para su hija y un mejor futuro tanto para ella como para su familia.


La situación en Venezuela era cada vez más difícil y nadie puede tener calidad de vida ni se le garantiza un futuro, por lo que a muchos venezolanos no les quedaba otra opción que emigrar, además se unió un episodio de hospitalización de su hija.


En el momento de su emigración, Venezuela vivía un sistema político muy lamentable, en el que cada vez era más difícil salir a la calle o simplemente estar en casa, puesto que sentían un gran nivel de inseguridad, que puede ser motivo de perder la vida, ya que incluso niños de 12 años ya iban armados y en moto para buscar a alguien a quien robar. Venezuela también nos enfrentó a una escasez de alimentos y medicinas en la que por experiencia propia había que hacer colas kilométricas para poder comprar cualquier alimento básico, aunque sólo quien pudiera hacerlo, pues con el sueldo mínimo, a veces, no nos llegaba para cubrir la “canasta básica de alimentación” y muchas familias debimos decidir si comprar “un pollo o un cartón de huevos” para comer solo una semana cuando mucho.
La protagonista de esta historia es docente de preescolar y comenta la falta que hay de medicinas, es muy angustiosa para ella, ya que cuando su hija tuvo una emergencia de salud y estuvo hospitalizada, no tenían “suficientes insumos” y menos medicamentos, además aunado a esta situación el propio gobierno le obligaba a trabajar en “condiciones deplorables”.


A todo esto, también se suma la falta de electricidad, podían estar horas, e incluso días, sin luz, sin cobertura, sin agua durante 15 días o más y se veían personas de todas las edades alimentándose de la comida de los contenedores. Después que sucediera este acontecimiento que viró su vida la hospitalización en terapia intensiva de su hija donde no había insulinas ni insumos en la clínica, decidió definitivamente salir huyendo vía terrestre a otro destino.
Es esta situación la que hace que ella junto a su familia se tracen una ruta migratoria de aproximadamente 7.000 kilómetros y 7 días de viaje en la que debió realizarse como decimos en Venezuela de «mochileros» y ella junto a su familia se trasladan por diferentes países en autobús, donde se llega a la ruta final, un país en el extremo sur de América llamado Chile.
En ese país al cumplir los dos años empieza un llamado Estallido Social y una xenofobia en contra de los cuidados extranjeros, conjuntamente se realizan protestas iniciadas mayormente por estudiantes de Educación Secundaria y en el Metro de Santiago de Chile y donde la escuela en la que estudiaba su hija se ve en protesta contra el alza de pasajes y realizan un secuestro del aula, donde un grupo de estudiantes encierran a su hija en contra de su voluntad estando en el salón de clases y con el grupo de escolares fuera de sí, incrementan la violencia y maltrato verbal provocando un shock emocional.
Aunado a esto, Chile presenta una situación jamás antes vista que amenaza seriamente la seguridad y la calidad de la atención de salud que es el quiebre de stock de medicamentos, materiales de uso médico y desabastecimiento que eventualmente podría convertirse en una crisis sanitaria con consecuencias en el cumplimiento de entregas de las medicinas del programa GES, que son los insumos que necesita su hija (insulinas, agujas, lancetas, etc.), los cuales no llegaban a su alcance de manera suficiente.
A nivel psicológico se sentía muy afectada ya que tenía “la sensación de vivir dos vidas”, puesto que por lo vivido en Venezuela y ahora en Chile se sentía psicológicamente abrumada y decidió emigrar por segunda vez. La situación económica familiar no era la más favorable precisamente, pero junto a su familia deciden escoger otro rumbo, siendo España el seleccionado, el país de la esperanza y dejando atrás otros sueños, nuevamente la vida le cambia y debía hacerlo ya que las cosas no podían retroceder.
A más de doce horas que tarda el viaje de Chile a España me hacía pensar de cómo era el primer mundo, ese país tan anhelado, ese país que era la esperanza definitiva de los que tratábamos de encontrar una estabilidad para la familia, su hija con grandes sueños y nuevas esperanzas, es entonces donde con pasajes en mano y con todos los documentos listos, nos vamos del aeropuerto Internacional de Chile al de Madrid y de ahí a Málaga con la intención previa de que la hija estudiase y comenzara su preparación a una carrera universitaria. Y es así, por sus buenas calificaciones, la joven consigue entrar previamente a la universidad a formarse profesionalmente en este país que promete ser muchísimo mejor. Agradecemos enormemente el gran apoyo de la organización Accem Burbáguena que nos acompaña cada día en este proceso cubriendo nuestras necesidades básicas. Gracias a todas las personas que forman parte en esta gran familia que conforman un gran equipo humano.

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