POR PASCUAL SÁNCHEZ

En abril de 1909 llegó a Daroca Leopoldo-Ramón Santorromán Tardos junto a su familia para montar una imprenta en la calle Mayor por considerar que nuestra ciudad era un punto estratégico en Aragón. Procedían de Barbastro, en donde Leopoldo-Ramón ya había regentado un negocio de ese tipo como continuador de su padre, Pedro, que lo había iniciado en 1897.
Muy pronto comenzó a trabajar con eficacia y seriedad para los habitantes de Daroca y su comarca, tanto con clientes particulares como con diversos estamentos oficiales. Trabajó para el Partido Judicial de Daroca en todo lo referente a talonarios, folletos y material de escritorio, así como para los ayuntamientos en todo tipo de “papeleos”.


En principio la denominación de la empresa era “Litografía Santorromán” y más tarde “Imprenta Moderna Santorromán Bolsas e Impresos” que además contaba con tienda al público con una extensa gama de objetos de escritorio y material escolar.
Leopoldo-Ramón, quien por cierto prefería ser llamado únicamente Ramón, fue pionero en Barbastro en la fabricación y venta de almanaques, papel de fumar y la edición de varios periódicos, y lo fue también en Daroca.


Por esas fechas Europa se debatía en una terrible Guerra Mundial de la que España estaba al margen, y aprovechando su condición de país neutral comenzó a fabricar diversos productos que habían dejado de producirse en los países en guerra. Alcanzó entonces nuestro país una gran tasa de crecimiento económico que repercutió en importantes transformaciones empresariales, sociales y culturales.
Santorromán, hombre inteligente y emprendedor, vio en el sector del cartonaje una posibilidad de negocio y compró maquinaria para manipular planchas de cartoncillo con las que fabricar envases y cajas, al principio de pequeñas dimensiones y más tarde de diversos tamaños. Instaló su fábrica en una casa al final de la calle Santa Lucía, en el lado izquierdo, conocida como “Casa de Rufino”, un edificio de gran tamaño que comunicaba con la calle Cebollada por la que tenía también entrada. Comenzó entonces la nueva empresa denominada “Imprenta-Cajas de Cartón Santorromán” fabricando cajas para embalar las lanas que se elaboraban en Daroca para ser enviadas a diversos puntos de la geografía española.
En esos momentos las fábricas de alpargatas y zapatillas estaban en auge, incluso como calzado del Ejército, y su demanda era firme y constante lo que auguraba un nuevo e importante mercado, y Santorromán decidió fabricar cajas para ese tipo de calzado, aunque para ello tuvo que incorporar nuevas máquinas a las ya existentes en su fábrica, tales como cortadoras, cosedoras, grapadoras, etc., todas ellas necesarias para la manipulación del cartón especial para el calzado y que más tarde alcanzó usos muy diversos.


Poco a poco fue ampliando el número de maquinaria para hacer frente a las nuevas líneas de negocio, así como en número de empleados que trabajaban en la empresa, que llegó a rondar la media docena, entre ellos un joven llamado Victorino del Molino.
Sin embargo, llegó un momento en que Ramón se percató de que su negocio en Daroca había tocado techo y a pesar de lo bien que se encontraba en nuestra Ciudad y la cantidad de buenos amigos que en ella había hecho, decidió trasladarse a Zaragoza, traspasando su empresa, únicamente la imprenta, al mencionado Victorino del Molino, pasando a denominarse a partir de entonces “Imprenta del Molino”.
Ramón, que dejó Daroca en 1922 con muy buenos recuerdos y entrañables amistades y transmitió a sus herederos el afecto a esta ciudad, falleció en Calahorra en 1936, pero su empresa continuó con su producción en otros lugares y hoy día se encuentra entre las más importantes del sector del cartón.

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