El atleta y ex árbitro de fútbol de Primera División, con raíces en Pozuel del Campo, presentó en Monreal su libro ‘No soy un robot’

La historia de Carlos Sanz es una lección de vida. Nacido en Zaragoza en 1960 y con raíces en Pozuel del Campo, el deporte ha sido un factor esencial para mantener su espíritu de superación. Alcanzó el cénit de su carrera como asistente de árbitro de fútbol de Primera División pero el diagnóstico de hepatitis C y el trasplante de
hígado al que tuvo que someterse en 1998 truncaron aquella trayectoria. Su capacidad de esfuerzo y sus ganas de aprovechar la vida le impidieron detenerse. Descubrió las competiciones deportivas para personas trasplantadas y comenzó a practicar atletismo. Después de otros tres trasplantes entre 2001 y 2002, logró varias medallas de oro en competiciones internacionales adaptadas. Recibió dos prótesis de cadera. Pasó a competir en natación con grandes resultados mundiales y entró en contacto con la alta montaña. Le colocaron prótesis en las rodillas. Siguió ascendiendo cimas.
Creó la Fundación Carlos Sanz en 2008 y ahora se dedica a ella en cuerpo y alma. El pasado 19 de noviembre presentó su último libro, No soy un robot, en Monreal del Campo.


A pesar de todas las piedras que la vida la ha puesto en el camino, usted siempre ha logrado superarse.
¿Cómo lo hace?

La vida me ha dado la suerte de afrontar experiencias que merecen ser contadas. Por eso, yo digo que no soy escritor, soy un relator. A pesar de los trasplantes y las prótesis, siempre he tenido ganas de hacer cosas, he buscado la parte positiva de cada momento y creer en mí. ¿Qué la vida nos pone en situaciones difíciles? Claro que sí pero yo, en lugar de pensar en lo que la vida me ha ido quitando, prefiero quedarme con lo que me da. Cuando una persona recibe un trasplante, cambia: unos se encierran en un búnker, otros, como yo, queremos aprovechar cada día al máximo. Mi actividad diaria es como la de una persona sin trasplantes.

Tras Ganar la vida y El triunfo de la voluntad, en octubre apareció su tercer libro: No soy un robot (Imperium Ediciones).
¿Qué cuenta en él y qué recibimiento ha tenido?

El libro ha tenido muy buena acogida y, de hecho, creo que en febrero tendremos que lanzar una segunda edición. Además, el 10% de las ventas se destina a un fin solidario. En No soy un robot, cuento cosas que no he contado en los libros anteriores acerca de mi experiencia vital, de mi día a día. También, incluyo frases de motivación y un diccionario con las palabras que creo que todo el mundo debe tener en mente para ayudarles e invitarles a que se aferren a la esperanza, como «superación» o «confianza». Cuando la vida no te da otra opción, hay que agarrarse a un clavo ardiendo y quería enviar un mensaje positivo a los lectores.

El libro lo escribió durante el inicio de la pandemia y en Pozuel del Campo.

Sí, lo escribí en Pozuel en apenas dos meses. Aunque yo no he nacido allí, mis padres sí y yo voy todas las semanas. De hecho, soy concejal del Ayuntamiento, así que estoy muy implicado con mi pueblo y llevo su nombre por bandera allá donde
voy.

Cuando anunciaron el confinamiento, recuerdo que ese jueves estaba impartiendo un taller en la cárcel de Castellón. Nos comunicaron que debían cerrar el centro a las visitas, así que regresé a Zaragoza y, como soy paciente de riesgo, el viernes, antes de que decretasen el estado de alarma, me fui al pueblo con mi perro. Eché mucho de menos a mi familia pero fue una experiencia maravillosa. Hasta entonces, no paraba entre la fundación, eventos solidarios y otros proyectos y, de repente, vi que tenía tanto tiempo para mí que me decidí a darle un impulso a este libro al que llevaba un tiempo pensando. Me di cuenta de que la vida no consiste en conseguir y conseguir, que se puede ser feliz con muy poco.

Además, cuando apenas había recursos de protección individual, usted hizo una donación importante a Monreal del Campo.

Gracias a unos amigos de Zaragoza, pude adquirir mascarillas y batas. Cuando las tuve, repartí una parte entre mis vecinos de Pozuel y reservé unas 3.000 para dárselas al alcalde de Monreal y que él las distribuyera entre el ayuntamiento y las residencias. Al fin y al cabo, tengo mucha relación con Monreal, voy a comprar allí muchas veces y el encuentro con los lectores del pasado 19 de noviembre fue muy cómodo y agradable.

El deporte es una constante en su trayectoria vital pero también lo es la solidaridad. En 2008, creó la Fundación Carlos Sanz, con la que pretende concienciar a la sociedad de lo importante que es donar órganos.

Claro. Al final, yo estoy aquí gracias a que cuatro familias decidieron donar los órganos de sus seres queridos. Por eso, creo que, cuando puedes hacer algo por los demás, sería injusto no hacerlo. Además de la causa de la donación de órganos, con la fundación sensibilizamos a los niños y los jóvenes con charlas acerca de lo importante que es la solidaridad, favorecemos la reinserción de colectivos como los presos a través de actividades deportivas y trabajamos con familias desfavorecidas. Con nuestro proyecto «Caja de vida» llevamos meses repartiendo de forma semanal cajas de comida a 170 personas con recursos escasos en Zaragoza. Además, en diciembre participaremos en la Feria Solidaria del Deporte, en Zaragoza, y el 7 de febrero celebraremos la gala de entrega de los Premios Fundación Carlos Sanz en el Teatro Principal.

Después de haber sido cuatro años asistente de árbitro de fútbol en la Primera División, haber recibido cuatro trasplantes y otras tantas prótesis, haberse colgado medallas de oro internacionales en
atletismo adaptado y natación, crear su propia fundación solidaria y comprometerse con otras asociaciones benéficas… ¿Cuál es su próximo reto?

Me gustaría ir al Kilimanjaro, en Tanzania. Después de coronar las 17 cimas más altas de cada Comunidad Autónoma española en solo un año y ascender al campo base del Everest, a 5.000 metros, quiero hacer la cumbre africana de 6.000 metros para seguir visibilizando la causa. Estamos buscando patrocinadores y me gustaría hacer un vídeo de la experiencia para que quede constancia y, también, porque puede que sea el último reto grande que afronte. No quiero cerrarme las puertas del todo pero, por si acaso…


¿Cree que Carlos Sanz hubiera sido muy diferente si no hubiera pasado por todas las experiencias vitales que ha afrontado?


Seguro que sí. Me hubieran hecho árbitro internacional, igual me hubiera implicado en alguna causa solidaria de algún amigo… Pero no creo que hiciera lo que estoy haciendo a día de hoy. Por eso digo que la vida me ha dado esta oportunidad y quiero aprovecharla, y ayudar a los demás siempre que pueda.

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