DESDE DAROCA
Pascual Sánchez
Ya hemos escrito en este Comarcal del Jiloca sobre el Monasterio de Nuestra Señora del Rosario de Daroca. Lo hemos hecho por diversas razones, seguramente la más importante fue en 2022, cuando este convento de monjas dominicas cumplía 500 años. Cinco siglos de vida contemplativa, y aquí sigue, como el único de esta ciudad en la que llegó a haber muchos más. Por esa razón, yo suelo referirme a las monjas de este Monasterio como “las Supervivientes”. Supervivientes de todos esos conventos, que como he dicho, hubo en Daroca: Franciscanos, Mercedarios, Trinitarios, Dominicos, Capuchinos, Escolapios, y las Hermanas de Santa Ana, de los que ya no queda ninguno. Pero Supervivientes también de otros muchos conventos que fueron fundados en fechas similares a este, y que, lamentablemente, se han ido extinguiendo, como los de Albarracín, Gotor y Montalbán.
En esta ocasión, el motivo es una buena noticia; una gran noticia en realidad. Hace algunas semanas se incorporaron al convento tres jóvenes que quieren ser monjas en él. Tres chicas procedentes de Madagascar llamadas Claudia, Victoria y Noelia que han decidido consagrar su vida a Dios, desde el momento en que en su país “sintieron la llamada del Señor”. Tienen 24, 26 y 22 años respectivamente, y pertenecen a familias católicas que frecuentan una parroquia donde los sacerdotes y orientadores espirituales tiene contactos con la Orden Dominica, lo que facilitó, sin duda, su viaje a España. Según manifiestan las jóvenes sus familias en Madagascar están felices por la decisión de sus hijas, aunque algo tristes por la tremenda distancia que hay entre aquel país y el nuestro.
Recordemos que en este convento de Daroca ya hay dos jóvenes de Madagascar, Eveline y Erolie, que llevan varios años, y hace justo un año, el 21 de noviembre de 2022 hicieron su Profesión Solemne. Sin embargo no se conocían entre ellas por proceder de lugares muy distintos, aunque tardaron muy poco en tratarse “como si se conociesen de toda la vida” a decir de las monjas, “veteranas” que las han acogido.
Claudia, Victoria y Noelia tienen ahora por delante unos cuantos años de formación práctica y espiritual hasta convertirse definitivamente en monjas dominicas. En primer lugar pasarán un año como “aspirantes”, tiempo en el que todavía no han adquirido compromiso alguno. Este periodo es para las jóvenes muy importante, ya que les sirve como experiencia para conocer y comprobar, dentro del monasterio, el modo de vida contemplativa, además de aprender nuestra lengua, que de momento desconocen por completo.
Pasado ese tiempo, si manifiestas su vocación pasarán a ser “postulantes”, y aunque todavía to tienen un compromiso firme, participan ya de la vida de la Comunidad junto a las demás monjas que están en la misma circunstancia, para pasar a ser “novicias”. Finalizada esta etapa, momento muy emocionante para ellas, toman los hábitos, completamente blancos, incluida la toca. Pasado este periodo entran en el Noviciado en donde siguen su formación sobre la Orden, Regla Dominica, las Constituciones y otras disciplinas relacionadas. En esta etapa es cuando la joven novicia adquiere el nombre religioso por el que se la conocerá a partir de entonces. Y llega otro momento emocionante para ellas, la Profesión Temporal, comenzando con el “Juniorado” que durará tres años más, tras los cuales renuevan su “Profesión Temporal”, por un año y posteriormente por otro más, y es entonces cuando hacen sus Votos Perpetuos, que en la Orden Dominica se denomina “Profesión Solemne” para ser monjas dominicas, ya con la toca negra, para el resto de sus días, siendo esta fecha para ellas, sin duda alguna, la más feliz de todo este largo recorrido.