Recientemente, se ha editado y publicado un cuento infantil titulado “La era del Tío Cesáreo” cuyo autor es el acuarelista Javier Santos. Pero, ¿quién fue El Tío Cesáreo y por qué es la inspiración de un cuento infantil?

El Tío Cesáreo nació y vivió en Bueña entre los años 1910 y 2005. Era el segundo de cuatro hermanos de una sencilla familia agricultora. Estuvo casado con Paz Rubio y tuvo tres hijos. Fue herrero de profesión, aunque su enorme capacidad de aprender le llevó a ejercer otros oficios como electricista, cartero y encargado del centro meteorológico hasta su jubilación.

También sentía gran interés por el cultivo: cultivaba sus propias huertas y criaba en su corral a gran diversidad de animales. Dejó la labor creativa porque, a pesar del buen estado de salud que mantuvo hasta avanzada edad, comenzó a fallarle la vista.

Era sumamente hábil con los mecanismos de precisión, prueba de ello es la frecuencia con la que era llamado para arreglar los relojes de muchas iglesias de la contornada o para confeccionar las precisas pesas con las que se vendía el azafrán.

Tras jubilarse en torno a los años 80, comenzó su afición por el aprovechamiento de objetos de deshecho. En realidad, todo vino de los sustos y accidentes que provocaba el tener a las gallinas y otras aves de corral sueltas por las calles del pueblo, pues decidió recogerlas y subirlas a la era. Una vez allí, su carácter inquieto le llevó a plantar árboles y a decorar el entorno con más de tres mil botellas vacías de todas las clases.

Posteriormente, utilizó otros materiales que hoy componen medio centenar de obras, entre las que podemos destacar un curioso molino sacado de unas viejas persianas o los bancos del jardín decorados con toda suerte de botellas, pero es el alambre troceado el material que usa en la mayoría de sus composiciones.

Cabe señalar que en función de su dificultad ha necesitado más o menos tiempo para hacer estos trabajos: los más sencillos en menos de un día, los más complejos hasta dos meses. Otras veces representa animales, relojes de sol, el higrómetro del fraile, el calendario, jarrones, “El labrador arando”, “¡Qué verde era mi era!”, fuente, mesa, sillas, puerta… hasta un SEAT 600 reconvertido en un abrigado invernadero, y cuyos asientos son originales mecedoras, la puerta de una lavadora hace las veces de ventana y la puerta es un antiguo cochecito de niño.

Ahora bien, ¿por qué esto supone un ejemplo para los/las peques de nuestro territorio? Cesáreo Gimeno Martín (era este su “verdadero” nombre) demostró que con ganas, tiempo, voluntad, creatividad y reutilizando se podía crear un parque lleno de vida. Es el ejemplo de cómo una persona puede aportar grandes cosas, tanto por el significado como por el valor mismo de sus obras, a su pueblo.

Si en algún momento vais a Bueña, os recomendamos muchísimo ir a la era del Tío Cesáreo, creemos que es fácil encontrarla teniendo en cuenta que también hay un mural pintado que te guía hasta ella. Es un lugar lleno de encanto y cada rincón arroja consciencia y cuidado con el medioambiente.

Si quieres más información sobre el Tío Cesáreo, en el Centro de Estudios del Jiloca tenemos investigaciones súper curiosas, esta la hizo Ángel Alcañiz Guitiérrez. Si quieres más información sobre este o cualquier otro tema que involucre a la Comarca del Jiloca, puedes consultar la Xilocapedia, el Baúl de la Memoria, o mandarnos un correo a secretaria@xiloca.com.

Acércate, pregunta, curiosea.

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