A lo largo del siglo XIX, las crisis económicas y sociales debidas a la escasez fueron un mal que afectó a todo el territorio español. En el último tercio, el campo sufrió una gran crisis debida a los años de sequía, las plagas y otras desgracias que afectaron especialmente al pequeño campesinado. En las áreas rurales, los jornaleros se quedaban sin trabajo, forzando el abandono de los pueblos al verse obligados emigrar. Es en este contexto de inestabilidad donde empieza a proliferar el bandolerismo como forma de subsistencia.
A finales de siglo, una banda de ladrones centrados en el ganado atemorizaba la Comarca del Jiloca. Por todo el Jiloca se escuchaba la frase «Los enemigos de la carne son tres: “Morrazos”, “Minchajos” y “Campés”», en referencia a los bandidos más célebres de la banda. El cucalonero Alejo García Zarazaga, un hombre bravucón y valentón, posteriormente conocido como «Mediaoreja» no tardó en unirse a esta banda. Pronto saltear caminos se convirtió en su actividad principal, viviendo de lo ajeno y sin respetar a nadie. En el presente artículo narraremos algunas de sus principales “hazañas”.
En 1893, con 22 años, prendió fuego en Cucalón a dos paideras y pasó el cuchillo al ganado. Estuvo envuelto en un proceso, pero se vio absuelto. Alejo siguió cometiendo robos, hasta que fue capturado en 1899 por un asalto con su cuadrilla a una casa de El Colladico. Alejo García fue delatado por el pastor de la finca, cómplice del robo que se acabó suicidando después de prestar declaración por miedo a una venganza.
Tras cumplir parte de su condena, el cucalonero se trasladó a Zaragoza con su mujer y sus dos hijos. Su situación económica le llevó de nuevo a los caminos. En marzo de 1907, Alejo salió con su banda para asaltar una diligencia que se suponía que transportaba gran cantidad de dinero. Sin embargo, el dinero lo portaba un joven que iba a caballo detrás del carruaje. Tras el intento, el joven corrió a avisar a la guardia civil. A su llegada y tras un tiroteo, Alejo se enfrentó en un cuerpo a cuerpo contra el cabo, que acabó por empuñar el sable y propiciarle seis tajos hasta que cayó a tierra. Uno de ellos le hizo perder el pabellón superior de la oreja izquierda, ganándose el apodo de “Mediaoreja” por el que sería conocido.
A partir de este suceso, el nombre de “Mediaoreja” empezó a hacerse conocido convirtiéndose casi en una leyenda en nuestra zona y ganándose su fama de hombre temido. Al salir de la cárcel Alejo parecía un hombre nuevo. Volvió a Cucalón, donde ejerció con autoridad su oficio como guarda de las aguas y del riego. Cuentan que, pese a esto, tanto él como su familia pasaban hambre, lo que le llevó a robar un cordero. El dueño del animal, que sospechaba de Mediaoreja, mandó a la Guardia Civil registrar su casa. El bandido, malhumorado y nervioso, disparó a quemarropa al cabo cuando quiso cachearle. Su hijo se sumó a la agresión, saliendo enarbolado con un hacha y golpeando varias veces al agente. Tras el ataque, los dos huyeron hacia el monte con un fusil, la cartuchera, un machete, un trabuco y el hacha. Gran parte de la benemérita de Teruel se trasladó a Cucalón en busca de los fugitivos. El bandido no sobreviviría a esta batida.
Sobre la muerte de Mediaoreja hay varias versiones, ya que el bandido había alcanzado tal estatus que a todo el mundo le pareció verlo en todos los pueblos. Según la versión oficial parece que este fue abatido por los guardias de Daroca en una paridera de Orcajo, por un tiro que le atravesó la espalda.
La leyenda de Mediaoreja se acrecentó tras su muerte, atribuyéndole muchas historias que se repiten en otros bandoleros. También gozó de la aureola de bandido “Generoso”, que solo robaba a los ricos y, de vez en cuando, mostraba solidaridad con los pobres. Su cariz popular hizo que durante un tiempo se siguiese nombrando al bandido para asustar a los niños: ¡Que viene Mediaoreja!
Si quieres más información al respecto, tienes el artículo completo en el Baúl de la Memoria, o puedes mandarnos un correo a secretaria@xiloca.com. Y tú, ¿conoces algún otro bandolero de nuestra zona?¡Queremos saber su historia! Acércate, pregunta, curiosea.