
Escribo la crónica a última hora del jueves 23
de enero de 2025. Aquí en la Vall de Uxó ha hecho
un sol radiante, como aquel 18 de enero de
1985 en Calamocha a pesar de la nieve del día
anterior, cuando subieron el cajón de mi abuela
Rosa La Torrijana a la furgoneta de Electrodomésticos
Juan Gómez, mientras el Seat 1.500
matricula de Barcelona sin letra, la funeraria
del ayuntamiento, donde iba su prima Nieves la
del Tío Gil esperaba en el Rabal en la esquina de
Inocencio frente a la casa del Carretero.
No me apetecía escribir, lo hago por compromiso
y mi querido lector sabrá lo que viene a
continuación: dar cuenta de una muerte sucedida,
“a causa de la edad”, la peor de todas las
enfermedades, en la villa. En este caso la del pariente
Juan Gómez,
“Juanico”, casado
con la Angelines, prima
de mi madre y
padres de Maria Ángeles
y Mari Carmen.
Juan Miguel,
Guardian de San
Roque, me ha dado
la noticia. Angelines
llamó a mi madre el
domingo y le comentó
lo que este cronista
ya sabía y no le había
querido contar a
su madre. Tampoco
le aviso ahora de la
muerte, dejo que la
mala noticia le llegue
desde el pueblo. En
unos días la olvidará
y dirá “tengo que
llamar a preguntar
como marcha Juanico.

Y a esta y aquel otro que no me contestan al
teléfono”… Mamá ¡están todos muertos!
Fue la Semana Santa del 2023 la última vez
que lo vi. Ya entonces valía pocas perras, la enfermedad
se había cebado en él, sonreía, charraba,
hacíamos planes. Como parte de la familia,
los recuerdos son casi infinitos, las visitas a
casa eran constantes, por una cosa u otra, solo o
con la Angelines, y también con la Tía Joaquina,
a ver a mi abuela, a vernos, a charrar. Cada vez
que pasaban por la puerta entraba uno u otro, o
cada vez que venía a arreglar la tele, cada año
una tormenta u otra quemaba la antena. Eran
emprendedores, los electrodomésticos, una tienda
tras otra, siempre a la última, no paraban, y
charraba y sonreía, y en la boca la faria. Y mi
abuela le sacaba los puros que nos iban dando
en las bodas, bautizos y comuniones. (Gracias,
una última vez, por aquella tele que nos regalaste
para usar de monitor del primer ordenador
que tuvimos).
Lo mismo que cundía por casa lo hacía por el
pueblo, en el ayuntamiento, en la Semana Santa
con el Santo Cristo, en San Roque. A principios
de los ochenta pasó a ser conocido como “El Socialista”,
cuando serlo era sinónimo de humildad,
valentía y decencia entre otras muchas
cosas. Un ejemplo a seguir y recuerdo cuando
venían por casa y se hablaba de política, sobre
todo con mi padre, resultaba todo tan increíble
y sorprendente, como maravilloso, y el temor
ya entonces del mundo que nos iban a dejar, de
que tras el franquismo la transición en la que
andaban inmersos y
su tanta libertad nos
llevase hacia el libertinaje.
Y es que hubo un
tiempo en el que no
se hablaba de otra
cosa que no fuera de
libertad y libertinaje
en los periódicos, en
la radio cuando se
oía, y en la televisión
de un solo canal, el
segundo no llegó al
pueblo hasta 1982.
Hablaban con pasión
de la diferencia
entre libertad y libertinaje
cuando ya los
jóvenes del momento
llevados por la prisa
y la impaciencia parecían
confundir el
tocino con la velocidad
y la cosa a ellos se les podía ir de las manos
y quedar todo pardina. Se sentían responsables
de nuestro futuro, a nosotros nos tocaría lidiar
con sus consecuencias cuando ellos se joparan,
las cuales ya entonces se auguraban nada buenas.
Ahora que ya no están, ahora que estamos
solos, he consultado el diccionario de la RAE
para saber de qué hablaban y de en qué mundo
vivimos ya desgraciadamente solos, sin sus
consejos. Libertad: facultad natural que tiene
el hombre de obrar de una manera o de otra,
y de no obrar, por lo que es responsable de sus
actos. Libertinaje, de libertino: desenfreno en
las obras o en las palabras. Inmoralidad, vicio,
deshonestidad, sensualidad,