Rosa Machín
Segunda entrega de la crónica publicada en la edición anterior:
MARTES, 5 DE NOVIEMBRE
Nos levantamos a las 7. Un café en Valencia. Vamos para Catarroja de nuevo. Por la mañana muy temprano ya van llegando voluntarios. Los militares han trabajado por la noche. Nuestro amigo de la UME cambia de turno y se va a descansar.
Avanzamos otra vez entre el caos. Todo por el medio. Maquinarias, gente, basuras, colas de donaciones… Una señora quiere que le den botas. La veo con vestido, no tiene pinta de querer ir a echar mano. Señora, que esto es para los voluntarios. No, es que yo las quiero porque mi hijo no tiene. En fin… de todo hay en todos lados. Me calmo. No sabemos por dónde empezar. Está todo como en la guerra pero con los edificios en pie.
José Antonio y Jorge ya han encontrado vías alternativas que les permiten descargar más rápido. Los policías ya les han dicho que esto es interminable. Permiso para que descarguen los dos en cualquier sitio, que ellos decidan. Necesario sacar los coches y escombros de las calles, tanto de vias principales como de calles perpendiculares.
Decidimos entrar en una casa que hay una mujer y un abuelo sacando agua. Es la casa de los padres de Clarisa, en Ramón y Cajal. Les ayudamos a todo. Se empeña en mostrarme el desastre en el que ha quedado la casa. Lo grabo. Lo peor. Me dice: a las cuatro de la madrugada entraron a robar lo poco que quedaba a mis padres. Fotos, cuadro de boda y espejo colgado en paredes con línea que marca hasta donde llegó el agua.
Una lavandería, sacamos todo, limpiamos. Una señora nos abraza y rompe a llorar cuando le decimos que venimos de Gallocanta, Calamocha y Huesca. Yo hago igual. Es increíble. Todo está a flor de piel. La gente nos agradece mucho que hayamos ido. Sin parar llega gente ofreciéndote comida y agua que preparan ellos, bocadillos, latas, pan bimbo… Es impresionante la nube de solidaridad y la organización de la gente joven.
Yo he cogido mis dos días de libre disposición. Adoro mi trabajo ,pero me apena tener que volver. Dejo a todo mi equipo allí y me vuelvo al caer la tarde en una góndola que ha traído más tractores desde El Poyo. Casi no puedo hablar. El viaje es largo. Voy llena de barro, con el mono y las botas en una bolsa de basura. Cómo no las he dejado allí. Estoy nubla. Rota. Llego a mi casa con ganas de ducharme. Pasará un buen rato antes de eso. Hay problemas pero siempre hay gente dispuesta a ayudarte. Aturdida. Agotada. Pienso en todas las mentiras de la tele. Hay muchos ayudando. Hacen falta muchos más. Tractores, bañeras, palas, retros. Que dicen en las noticias que la gente molesta. Mentira. Y no la primera ni la más gorda. Hay que acudir organizados, con los permisos correspondientes y los recursos humanos y materiales y tomar la iniciativa con tu equipo. Nadie te va a decir qué hacer o por dónde empezar. Tú mismo lo ves. El pueblo es crucial a la hora de salvar al pueblo. Lo he visto en mis propias carnes.
Vergüenza de (no todos) políticos, autoridades, instituciones y personas responsables de la falta de previsión, información, comprensión, empatía, organización, no todos. Vergüenza de las personas que han puesto por delante sus egos políticos, del a ver quién la tiene más larga. Quien se pone por encima del bienestar y la supervivencia de las personas… Ya sabemos lo que merece… Las responsabilidades tendrán que llegar. El lodo, el barro, la desolación, la impotencia y la rabia de las personas que he visto allí y que han perdido a sus seres importantes… Ojalá les cayese encima buena parte de ese lodo a quienes, tarde o temprano, deberán asumir sus responsabilidades.
El Rey hablaba en un vídeo de “vuestra percepción” de la situación a quienes estaban allí, al pie del cañón. Que estaba allí para mantener cierto equilibrio… madre mía. Qué fuera de la realidad se mantienen algunos en sus privilegios y qué poco necesarios están demostrando ser. Si tenía alguna duda sobre ellos, con este comportamiento y cómo hablan a las personas que educadamente les decían las cosas a la cara. Soberbia. Prepotencia. Veo de esos todos los días. Esa gente… me sobran todos.
Me quedo con mi Equipo y los que arriman el hombro. Orgullosa de mi gente voluntaria que sigue allí y de todos los que han ido conocidos y de los que no conozco. Gente que hace familia.
MIÉRCOLES, 6 DE NOVIEMBRE
Suena el teléfono. Han podido descansar un poco. Unos más que otros. Vuelven a sus tajos. Los 10 son enormes.