
De entre todas las cofradías darocenses vinculadas a la Semana Santa, la más antigua es “La Dolorosa” como se conoce popularmente a la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, de la que se conservan documentos que se remontan a finales del siglo XVI cuando “el Padre Guerrero” propuso al Cabildo de Santa María la creación de una hermandad para procesionar el día de Viernes Santo, siendo su propuesta aceptada. Doce años más tarde el Cabildo donó a esta Cofradía la Capilla de la Soledad como lugar de enterramiento de sus cofrades y cofradesas, previo pago de 10 escudos en concepto de gastos de enterramiento y dos misas por el alma del difunto.
Desde los primeros tiempos, la Cofradía funcionó como una verdadera familia, atendiendo a los más desfavorecidos, tanto en temas de salud como económicos, y encargándose de todo lo concerniente a los funerales de sus fallecidos. También desde el principio colaboraron con la Parroquia en todo aquello para lo que eran requeridos, como acompañar a los sacerdotes a dar la Comunión a los enfermos.
El día de Viernes Santo, la Cofradía procesiona con su Virgen vestida de riguroso luto, sobre su peana, pero antes, sus cofrades se encargan del descendimiento de Cristo de la Cruz y su traslado a la Cama de la que también son portadores durante la Procesión del Santo Entierro del Viernes Santo
Su emblema, que figura en su morado estandarte es la Virgen Coronada y el corazón traspasado con puñales y rodeado de un círculo, y los cofrades visten túnica negra con el emblema de la Cofradía en el pecho, cíngulo morado ribeteado de oro y capirote negro.
Mencionaba más arriba la Capilla que el Cabildo donó a la Cofradía, pero antes de la reforma estructural de la Colegiata a finales del s.XVI existía un claustro en el lado del Evangelio en el que esta Hermandad ya tenía su capilla, según puede leerse en sus estatutos del 5 de junio de 1560, que constan de 19 capítulos, algunos muy curiosos como que el Domingo de Cuasimodo, es decir, el siguiente al de Pascua de Resurrección, era el día asignado para el cambio de prior y nuevos mayordomos, que formaban la junta, que habría de reunirse a la mayor brevedad posible en el claustro de la iglesia, para revisar las cuentas dejadas por la junta anterior, en presencia de dos canónigos de la Colegiata, sin cuyo consentimiento no se podían tomar determinaciones importantes. Así mismo se establecían normas como que cuando fallezca un cofrade o cofradesa se le hagan dos misas rezadas y dos responsos con 12 cirios encendidos a cargo de la Cofradía.
Que los cofrades y cofradesas están obligados a estar confesados y comulgados para el Domingo de Pasión, el anterior al Domingo de Ramos que marca el inicio de la Semana Santa, así como a guardar la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores con toda solemnidad como si fuese domingo, y al que lo incumpliese se le imponga una pena de una libra de cera. También se establecieron castigos por las posibles faltas y mal comportamiento de los cofrades.
Que cada primer domingo de mes se haga una misa en la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad por los cofrades y bienhechores de la Hermandad. Así mismo, que se celebre una misa en esta misma capilla todas las festividades de guardar.
Y finalmente que aquel ciudadano que quiera ingresar en esta Cofradía lo hará con consentimiento de todos los cofrades y pagará, si es hombre, dos reales y una libra de cera y si es mujer solamente los dos reales.