Alberto Sánchez

Tras terminar su doctorado en Estados Unidos y como director de un proyecto de investigación financiado por la Fundación BBVA, el arquitecto Alberto Sánchez ha regresado a Used para dedicarse a la rehabilitación de casas de pueblo. A través de su trabajo en colaboración con el arquitecto Guillermo Bosque (también asentado en Used) y de los diversos talleres que organizan con la Asociación Fuset por el Patrimonio Rural, el joven reivindica la importancia de contar con asesoramiento experto a la hora de rehabilitar viviendas en el medio rural

Una de las características más significativas de nuestras comarcas es el enorme patrimonio histórico que atesoran, desde el monumental conjunto amurallado de Daroca a las grandes casas solariegas de Calamocha y Monreal del Campo. En cada pueblo, por pequeño que sea, existen edificios de gran interés independientemente de su escala: iglesias, ermitas, palacios, casas humildes, parideras, o pajares ofrecen una misma lección magistral de arquitectura tradicional. Estos edificios se construyeron antes de la popularización de los materiales industrializados y surgieron, literalmente, de la tierra: piedras, cal, yeso, adobe, tapia, madera y tejas se obtenían del entorno, de modo que estas edificaciones se integran a la perfección en el paisaje por haber salido de él.
Hoy sabemos además que estos edificios funcionan mejor desde el punto de vista bioclimático que aquellos construidos con materiales contemporáneos: una pared de tapia tiene mayor inercia térmica (en otras palabras, aísla mejor) que una pared de ladrillo, mientras que un mortero de cemento funciona mucho peor (facilita la aparición de sales y humedades) que un mortero tradicional de cal. Ahora que desde las administraciones públicas se ha empezado a promover la rehabilitación energética de edificios para hacerlos más eficientes, estas construcciones ofrecen muchas enseñanzas de las que podemos aprender. Por eso es imprescindible contar con el asesoramiento técnico adecuado: una mala intervención en una casa de pueblo, realizada sin proyecto y sin asesoramiento, puede provocar la aparición de problemas estructurales y de habitabilidad a medio y largo plazo.
Tras estudiar arquitectura en Madrid y después de casi diez años en EE.UU., he vuelto a Used para ejercer mi profesión y para dirigir un proyecto de investigación sobre rehabilitación financiado por la Fundación BBVA. Como habitante del medio rural, como propietario de una casa de pueblo construida hace cuatro siglos, y como arquitecto, soy muy consciente de los retos que surgen en la rehabilitación de vivienda rural, desde la escasez de mano de obra cualificada a las ideas preconcebidas sobre cómo se debe «modernizar» una casa. Junto con el arquitecto Guillermo Bosque, estoy desarrollando proyectos que demuestran que rehabilitar una vivienda tradicional no tiene por qué ser más caro que construir una nueva vivienda. Nuestro trabajo también cuestiona muchas ideas preconcebidas sobre la rehabilitación de casas de pueblo: no es recomendable usar cemento, ni realizar carísimos zunchos de hormigón, ni utilizar materiales plásticos.
Junto a nuestro trabajo profesional, Guillermo y yo gestionamos además la Asociación Fuset por el Patrimonio Rural, una entidad sin ánimo de lucro que cada año organiza talleres de construcción tradicional en Used. En estos cursos, dirigidos tanto a profesionales de la construcción como a arquitectos y propietarios de viviendas en el medio rural, explicamos algunas técnicas constructivas olvidadas (morteros de cal, suelos de yeso, empedrados…) que son fundamentales para intervenir adecuadamente en edificios construidos de forma tradicional, independientemente de su escala.
Es posible rehabilitar las casas de pueblo, hacerlas todavía más eficientes energéticamente, mejorar su confort y condiciones de habitabilidad, pero es fundamental hacerlo con el asesoramiento técnico adecuado para evitar destruir los valores históricos que tanta riqueza aportan a los pueblos de nuestras comarcas.

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