HUELLAS

Jun 20, 2025

UN LUGAR EN EL SOL
Isabel Pascual

Ya llegamos, la última estación que entornamos a lo lejos se llama “verano”. Visto así, este puede ser un motivo más que justificado para alegrarnos y más, si cabe, al sentir el tibio calorcito primaveral sobre la piel mientras un soñado horizonte estival reverbera con su intenso y brillante mar azul.
Cada año por estas fechas el corazón se me encoge, forzada metáfora. Solo faltan unas semanas y las aulas quedarán enterradas bajo un bendito silencio, es cierto, pero no lo es menos que una estela invisible de nosotros mismos permanecerá en ellas in aeternum, lo sé. Es algo que resistirá escrito en la pizarra o adherido al polvo de las paredes o tal vez serán los ecos de las voces que retumbarán por los pasillos vacíos.
Ahora recuerdo algunas de las reflexiones formuladas en clase a lo largo de estos meses, en su mayoría académicas y todas ellas necesarias, y pienso en huellas indelebles. Admito que no somos suficientemente conscientes de la transcendencia de nuestras palabras, precioso vehículo del pensamiento, en el ejercicio de la docencia. A veces, cuántas, nos equivocamos creyendo que nuestras enseñanzas se pierden por el camino diario del olvido, pero no. En más de una ocasión, un alumno se ha acercado para agradecer mi calidez o mi preocupación o mi sonrisa cómplice. Eso demuestra lo valiosos que podemos llegar a ser para los demás: las palabras cuidan y salvan vidas. Hace años una amiga a la que quiero y admiro me reprochó mis silencios: Isabel, no es solo que yo quiera saber de ti, es que quizás necesite de ti y de tu consejo. Todavía hoy sigo lamentándome.
Siempre dejamos nuestra huella en los que nos rodean y por ser así debemos procurar que esa delicada memoria sea la más hermosa, la más bella.

Comparte esta Noticia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *