El batería, profesor y empresario Adrián Garcés Lizama desarrolla su principal actividad en Zaragoza, aunque sigue muy vinculado a la localidad jilocana de Bañón

FOTO Joselu BolazoFilms
Adrián, el pasado diciembre, en la Sala de Wizink Center de Madrid

De la misma manera que aquel “Historias de un batería”, de Pedro Barceló, consiguió motivar a perseguir su sueño a ese pequeño baterista de 13 años de Bañón, me encantaría que, salvando las distancias, este pequeño texto, más que de curriculum, sirviera de motivación para aquellos que comienzan a luchar por sus sueños.
No lo negaré, me cuesta escribir mi historia sin contestar preguntas, me hace sentir incómodo, pero agradezco mucho que El Comarcal del Jiloca pensara quepodía ser de interes y me contactaran, con gusto acepto.
Son casi 20 años dedicado al sector. La cosa empezó como empieza siempre, como un juego. La batería pronto despertó en mi inquietudes que, seamos sinceros, no despertaba ninguna otra materia… Desmotivado en los estudios, contando los minutos para volver a encontrarme con el instrumento y los días para poder “profesionalizarlo”, comenzaba, sin quererlo, una forma de vida. Primero grupos de la comarca, luego llegan las orquestas y después, sales a nadar entre tiburones, eres músico de sesión, eres músico “freelance”. Cuando quieres darte cuenta llevas casi 1200 conciertos, casi todos en España, pero también en Europa y América, también unas 60 grabaciones en estudio con diferentes bandas y artistas pero, sobre todo, una mochila inmensa de historias que contar y lugares que recordar.
Siempre me enorgullece contar que todo empezó en la Escuela de Música de Calamocha. La inquietud de unos padres que veían la música como parte vital de la educación de sus hijos, y una escuela de música de pueblo, modesta, pero con un profesorado muy implicado, fueron el caldo de cultivo perfecto para que algo despertara en aquel niño. No diré que todo fuera un camino de rosas, pero sin lugar a dudas, era el camino que yo debía seguir. Momentos de flaqueza, dudas, errores, caídas… ¿Quién te libra de eso en la adolescencia? Pero cuando miro atrás, todo ha merecido la pena. Aun siendo consciente de que quizás ni siquiera estoy en el ecuador de mi carrera (ojalá no) ya me siento reconfortado, estoy en paz. ¿Quiero más?, ¡Claro! En mi ADN, y a mis 34 años, todavía tengo ganas de ir a por todas, soy un mero aprendiz, pero me siento completo, estoy agradecido.
Ahora, en la actualidad, tengo la suelte de vivir los dos lados de la balanza. Por un ado, la estabilidad que me aportan mi escuela de batería The Farmer´s Groove, en la que tengo el privilegio de formar a grandes profesionales del sector, y mi empresa de locales de ensayo OkCorral, colmena de músico que tengo la suerte de gestionar. Por otro lado, la vertiginosa vida en la “serpiente gris”, la carretera.
Dos mundos diferentes que compensan la estabilidad económica y emocional que necesito en el día a día. Le tengo ganas a 2025, el plan es entrar a “porta gayola”, lo hago siempre, empiezo muy motivado. Cada año es una aventura, nuevos proyectos, nuevos artistas, nuevos conciertos, da igual los planes que hagas, el oficio no deja que te relajes. Por lo pronto, estaré en la gira nacional del rapero Sevillano Rafa Espino, en la que, junto con mi compañero Beto Foronda, llevamos a las espaldas la dirección musical de la banda. También seguiré en la actual gira de los míticos Niños del Brasil y cubriendo las espaldas a mis queridos Tako cuando sea necesario. Por otro lado, pronto saldrá el segundo disco de mi proyecto personal Montana Stomp. En Abril, comenzaremos a girar por España, y en Mayo, volvemos a República Checa, Alemania y Eslovaquia, para continuar en España al inicio del verano. Y, el resto, pues ya veremos, ¿No?…

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