POR PASCUAL SÁNCHEZ

Recientemente se ha celebrado el día de San Valentín o día de los enamorados. Poco o nada tiene que ver este Santo con Daroca que vivió y murió en Roma en los s.s. II y III d.c., cuando las primeras noticias que se tienen de Daroca son muy posteriores, sin embargo sí que tiene que ver nuestra ciudad con el amor, pues son muchas las historias, tradiciones y leyendas que directa o indirectamente se refieren a él.
Historias de amor muy diversas y en todas las épocas. Algunas se refieren a amores imposibles entre dos jóvenes de distintas religiones como la protagonizada por Jaime y Melihah en “la Morica encantada”, o la del walí de Darüqa, Zoma, con la cristiana María, en “la Torre de Zoma” o la leyenda del “Caballero del Temple” cuyos enamorados son don Sancho de Rabanera y una bella morica, hija del último reyezuelo musulmán de Daroca, Aben Gama.
Otras relaciones amorosas, aún siendo los enamorados de la misma religión, son igualmente complicadas o terminan muy mal como la de Ahmar y Selima, un matrimonio de clase alta en la Darüqa islámica en “La otra Morica encantada” en la que ambos eran musulmanes, o “El Torreón del Jaque” increíble historia en la que los enamorados, Juan y Matilda eran cristianos y darocenses, al igual que los jóvenes Brianda y Juan, protagonistas de otra historia de amor en el trasfondo de la conocida leyenda del “Callejón de la Traición”, ya en el s.XVII.
Más próxima en el tiempo es la novelesca y cinematográfica historia de amor entre un “payo” de Daroca y la gitana Carmela, comprometida por su familia a otro gitano, según nos contó Ildefonso Manuel Gil en su libro “Juan Pedro el dallador”
Ciertamente, la mayoría de estas historias de amores tienen un final infortunado, pero no hay historia de amor más conocida que la de “Romeo y Julieta” o más cercana y conocida para nosotros “Los Amantes de Teruel” y ambas terminan de modo trágico.
También trágicamente acaban las historias de amor en las que se entremezclan infidelidades como la ocurrida en Daroca a finales del s.XIX en la que una mujer engaña a su marido con su cuñado que finalmente resultó muerto a manos del marido, o la del cura y la maestra de Balconchán en la que el marido de la primera acaba muerto violentamente por el amante.


Pero también las hay con final feliz, afortunadamente, y ocurrieron en todas las épocas. Ya en el s.XIII dos jóvenes darocenses protagonizaron una bella historia de amor en la que el joven Hernando marcha a la Guerra de Valencia quedando triste y melancólica su enamorada Martina, que poco después, incapaz de soportar la separación se viste con ropas de hombre para hacerse pasar por caballero y marcha al reino moro en busca de su amado. Tras una serie de aventurosas peripecias, las graves heridas de Hernando y el reconocimiento del rey Jaime al joven por su valentía en el asalto a Valencia, los enamorados volvieron a Daroca y fueron felices el resto de sus vidas.
También “fueron felices y comieron perdices” Miguel y Catalina. Él, un darocense que acompañó a Colon en su segundo viaje, ella una india americana. Se enamoraron y vivieron su amor en el poblado de ella durante algún tiempo en el que además el darocense mostró a Colón un importante yacimiento de oro que su amada le había enseñado, lo que supuso para Miguel grandes reconocimientos del Almirante. Más tarde, la india fue bautizada con el nombre de Catalina y contrajeron matrimonio del que nacieron varios hijos y fueron felices.

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