EL TULIPÁN NEGRO
Recuerdo que, cuando éramos chavales decíamos: “en tiempos de los romanos, los barbaros se subían a los arboles y se comían a los pajaros”, todo sin acento para poner de manifiesto su falta en las palabras esdrújulas.
Pues bien hubo un tiempo en que las legiones romanas (los soldados en filas) eran pagados por los propios cónsules con imperio, es decir con mando sobre ellas.
¿Cómo pagaban a sus soldados? Pues con el botín de guerra, es decir saqueando a otros pueblos o tribus, la Galia, Hispania, la Dacia, etc.
Eso cambio más adelante y, los soldados eran pagados por Roma, como imperio, es decir, pasaron a formar parte de la nómina del Estado.
Además, una vez eran licenciados de filas, se les compensaba con tierras para su sustento.
Esta situación generaba muchos gastos para el Imperio Romano.
Adoptaron otras normas y a los soldados se les prorrogaba el tiempo que habían de pasar enrolados en el ejército.
Es decir, más tiempo de servicio.
Lo natural era que muchos de estos legionarios murieran en combate y el Imperio Romano se ahorrara una buena parte de sus gastos.
En la actualidad se prorroga la vida laboral a los trabajadores antes de que puedan pasar a la situación de jubilados, por el camino, son muchos los que por accidente o enfermedad, mueren.
Con las ayudas a la dependencia pasa lo mismo.
Son muchos los casos en que llega la carta de la Consejería de turno, en la que comunican que se les ha concedido el Nivel III de dependencia, pero el beneficiario ya no está entre nosotros, ha fallecido.
No será que estamos volviendo al tiempo de los romanos.