ANTONIO ABAD
opinión Concejal del Ayto. de Calamocha

Se prevé un 2025 vibrante. Seguro que cargado de vaivenes y en el que nos costará seguir la actualidad, ya fugaz de por sí. También preveo un 2025 en el que deberemos acostumbrarnos a los discursos políticos fabricados.
Y aquí viene otro reto más para los medios de comunicación responsables. Como si tuvieran pocos.
No me refiero a los argumentarios que elaboran las centrales de los grandes partidos para igualar discursos. Me refiero a los generados por una inteligencia artificial (IA) que trate de enmascarar la estupidez natural de muchos de nosotros. La IA es una herramienta poderosa y como tantas otras, puerta abierta al dilema. Bastan unas instrucciones someras al instrumento para que te devuelva un discurso, una columna o una tribuna coherente, digna. La mejora en el funcionamiento es a ojos vista y si a finales de 2024 aún era posible apreciar un velo de coincidencia en los textos que preparan estas IA no va a tardar en llegar el día en el que no podamos distinguirlas. No en vano somos nosotros mismos quienes las alimentamos y entrenamos a diario. Una clave estará en detectar la evidente distorsión entre el discurso que veamos escrito (o emitido en cualquier medio) y aquel que se haga espontáneamente por nuestros representantes políticos (aplicable también a todos los ámbitos).
La ciudadanía venía quejándose de la creciente uniformidad de los discursos políticos pero ahora tristemente se deja sin argumentos a quienes defienden lo contrario. Solo nos queda confiar en la mayor o menor vergüenza de quienes optan a firmar como opinión propia algo de lo que no son autores pero que ahora, además, les pueden hacer algoritmos y procesadores.
En cualquier caso, el aluvión de intervenciones inéditas y por escrito está servido para 2025. Y ni siquiera yo puedo demostrar que no sea esta una tribuna redactada por una IA. Tendrán que confiar en mí. O aplicar un detector, que los hay.