La joven torralbina recibió el Premio Extraordinario a mejor expediente académico del Máster en Derecho y Violencia de Género de la Universidad de Valencia

-¿Qué le motivó a especializarse en esta área del Derecho?
-Cuando acabé la carrera, el doble grado de Derecho y ADE, y ahí me enfoqué hacia el punto de vista de la igualdad. Por eso hice el máster por la UNED de Igualdad y ahí hice unas prácticas en una asociación que se llama ‘Asociación por ti mujer’; está en Valencia y se dedica a atender a mujeres víctimas de violencia de género, y en concreto a mujeres migrantes. Un poco también por eso hice este Trabajo Fin de Máster (TFM).


-¿Por qué planteó esta línea de trabajo?
-Básicamente todo viene de mi experiencia en las prácticas en la asociación, porque vi que las mujeres migrantes, al igual que las mujeres en entornos rurales, tienen un mayor componente de vulnerabilidad. En este caso me centré en las mujeres en situación administrativa irregular, como comúnmente se conoce “sin papeles”. Su situación de vulnerabilidad es extrema están en un país que no conocen sus leyes, viviendo una situación difícil y tampoco tienen esas redes de apoyo que pueden tener otras personas porque al final estas viven una situación muy de soledad y por ello, como hay una normativa específica para este colectivo de mujeres, decidí centrarme en ellas.


-¿Qué análisis se obtiene de su TFM?
-El TFM se fundamenta en ver cómo centrándonos en las mujeres víctimas de violencia de género en términos de mortalidad, o sea, las que son asesinadas por sus parejas o exparejas, casi la mitad de ellas son mujeres extranjeras, ahí ya ves que hay algo que sucede. A la conclusión que se llega es que aunque hay una normativa específica, pues hay muchas, muchas trabas que hacen que les sea muy difícil a esas mujeres llegar un poco a esos derechos que sí que tienen reconocidos por la ley. Por ejemplo, porque no hablan el idioma, entonces tienen desconfianza también a ir a pedir ayuda a la policía porque están en situación administrativa irregular y tienen un poco ese miedo de dar el primer paso, junto a que no tienen sus raíces, sus redes de apoyo naturales de su país… Por lo tanto, aunque existen las leyes hay que seguir avanzando porque no están llegando a ese punto de su protección, que es a lo que se quiere llegar con todas las leyes que se han desarrollado.


-¿Cree que existe un olvido social hacia ellas?
-La verdad es que yo creo que sí. Sí que podemos hablar de olvido social porque si nos centramos en un colectivo muy específico vemos que muchas veces está invisibilizado, porque claro, no sabemos el número de personas en teoría que hay aquí en situación administrativa irregular. Cuando das con estas mujeres siempre existe socialmente esa reticencia de decir “bueno, pero es que no son ciudadanas de este país, o no están regularizadas”, entonces es una forma de olvidarse de ellas, si lo podemos llamar así.


-De su investigación, ¿qué es lo que más le llamó la atención?
Lo que más me llamó la atención era cuando hablaba con estas mujeres, las situaciones que te exponen, que ya sobrecogen a cualquiera, como cualquier mujer víctima de violencia de género, pero, además, el añadido que tiene. Porque hay que pensar que son otras culturas, que igual lo que para nosotros podemos considerar como insultos o algo que podemos normalizar en ciertas culturas, esas palabras tienen unas calificaciones muy, muy negativas hacia ellas. Es un poco la dificultad de juzgar en España situaciones que tienen que ver con entornos culturales de otros países. Con eso nos insistían muchas veces. Evidentemente hay conductas, pues el maltrato físico entendemos que es en todas las culturas igual, pero, por ejemplo, el psicológico puede venir derivado de otras formas. Todo eso es un poco lo que más me ha llamado la atención, aunque son mujeres que viven las mismas situaciones de violencia, vienen derivadas de otra forma por su entorno cultural, que es muy diferente al nuestro.


-¿Cómo reflejó su experiencia en la asociación?
-Una parte del trabajo expone de forma literal lo que yo viví en esa asociación. El trato que se les daba a las mujeres o las trabas que tenían. Esa agrupación era una red de apoyo para estas mujeres, porque lo veían como un sitio que las iba a proteger, que no las iba a dejar de lado. Con poner en contacto a mujeres que igual lo único que tenían en común era ser del mismo país, ya les ayudaba muchísimo. Es difícil que una mujer, primero, se auto identifique como víctima, que luego dé el paso para denunciar unos malos tratos porque tiene muchísimo miedo. Cuando lo hace hay una protección especial, que mientras son declaradas mujeres víctimas de violencia de género, sí que están regularizadas en el país. Si han venido por parte de reagrupación familiar por parte de su marido, se les da otro tipo de regularización. Ahí sí que existe esa normativa, pero es lo que digo, todas esas dificultades que tienen hasta llegar a disfrutar de esos derechos.


-¿Qué supone este reconocimiento?
-Siempre está súper bien que te reconozcan tu trabajo. Además, fue un premio totalmente inesperado. Me lo comentó una compañera del máster que había salido la resolución y me lo habían dado a mí, porque yo no tenía ni idea de que existía este premio, y me hace mucha ilusión. Además, el acto fue muy emotivo y muy bonito.
También, como profesionalmente soy agente de igualdad, ha supuesto un reconocimiento en el ámbito laboral porque mis compañeras también se han enterado y alegrado por ello, y eso para mí es doblemente gratificante.
Cuando estudiaba el máster lo hice totalmente por vocación y para aprender. Y claro, es verdad que cuando estudias algo que te gusta mucho, luego se nota en los resultados.


-¿Quiere seguir investigando en esa línea, en un futuro inmediato?
-Pues la verdad es que me encantaría. O sea, hacer investigaciones de este tipo me parecen súper necesarias y súper interesantes, porque al final hablar con datos siempre es acercarte a la verdad y a la realidad, entonces creo que es súper importante, y además, ahora que me dedico a esto, que estoy en el ámbito público, que atiendo a mujeres.
Entonces sí que me dan ganas de seguir formándome para dar un mejor servicio a estas mujeres y hacerlo de una forma mucho más especializada.

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