POR JESÚS BLASCO

Como el turrón que vuelve a casa por Navidad ha hecho lo propio el Baturro de nuestra Comparsa de Gigantes y Cabezudos, una vez curado de las heridas  sufridas en las pasadas fiestas patronales, que le han  obligado a pasar unos cuantos días en la policlínica de Terrer donde le han cuidado magníficamente a juzgar por su saludable estado como recién salido de fábrica, seguramente por estar muy consentido permitiéndose acceder a toda clase de frutas de la exuberante vega del Jalón.

Aprovechando el puente de la Constitución-Inmaculada lo trajo de vuelta a Calamocha su cuidador José María Sánchez, el joven bilbilitano que acaba de pisar el umbral de los treinta, a cuya mano debemos el cabezudo del Peñista, regalo de la Unión en su cincuentenario, y los gigantes de Ángela y Santos a los que el próximo verano se unirán Celia y Mariano que ya están en la mesa del mismo obrador por encargo de nuestro Ayuntamiento.

José María Sánchez además de simpático y buen profesional, es ejemplo para muchos y antítesis de esos jóvenes adictos a las filas del paro o buscadores de triquiñuelas para vivir del cuento, ambas cosas repelen a nuestro personaje, electricista de profesión, que siendo aún adolescente cayó en paro, del que salió pitando lo antes que pudo, aprovechando la oportunidad de la tarifa plana de cincuenta euros de autónomos aprobada en 2013, para incorporarse  al mundo de los emprendedores, apostando por el terruño con un pequeño taller en la casa de sus abuelos en Terrer, y dedicarse sin más armas que un smartphon y sus manos, para fabricar sus sueños de infancia, dando forma a gigantes, cabezudos, carretones de toro y carrozas para fiestas.

Para este artesano de emociones infantiles, los comienzos tampoco fueron fáciles, teniendo que alternar su trabajo con algo tan dispar de su vocación como la de tallista de arte funerario en una antigua y prestigiosa empresa bilbilitana donde se sentía reconocido y muy a gusto, teniendo que despedirse muy a su pesar ante el volumen de pedidos que se le iban amontonando para la farandulería.

De su sencillo taller, a punto de ser sustituido por otro más amplio y de nueva planta han salido todo tipo de personajes, entre los que encontramos figuras representativas del santoral, títulos nobiliarios, militares, oficios diversos, joteros, y una larga lista de personajes pertenecientes a todo el arco social, que por su singularidad y siguiendo las nuevas tendencias han sido personificados para honrarles, y dar lustre a los municipios como antiguamente se hacía en las ciudades y villas ricas que podían permitírselo, sacando en las solemnidades  los vicios y pecados que encarnaban los antiguos cabezudos o los gigantones representando a las partes del mundo conocido.

Los gigantes y cabezudos personificados están de moda, y muchos municipios los incorporan a su acervo cultural, provocando una especie de edad de oro por su fuerte demanda que incluso se evoluciona experimentando con nuevos materiales más ligeros y duraderos como la fibra de vidrio capaz de soportar las inclemencias del tiempo en exteriores. Tal es así que usando ese material la cuarta ciudad de Aragón acaba de instalar en su plaza del Fuerte y coincidiendo con el encendido de la iluminación navideña, un pesebre a tamaño natural con las figuras esenciales.

La idea es seguir incorporando año tras año diferentes grupos del arte belenista (reyes, pastores, lavanderas etc.) es una oportunidad para subirse a ese tranvía desde ya, sabido que a la vuelta de veinte años el producto resultante será un belén de mucha enjundia y bastante asequible al ser figuras seriadas de molde. Este proyecto quedaría espectacular en el incomparable marco que nos brinda el parque municipal sin parangón en muchos kilómetros a la redonda. Pues nada, a ver si pillamos la onda y somos de los primeros en sacar el boleto. Amén.

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